Arturo Puente
Arturo Puente

La izquierda de resaca

Siempre está quien dice que lo mejor para la resaca es abrir una birra y el que propone que esta noche la volvamos a liar. Quienes no entiendan que la fiesta se acabó probablemente acaben solos

El Gobierno ha tenido este año cola de pretendientes para aprobarle los Presupuestos Generales. Cosa noticiosa porque hace poco los gobiernos españoles, de diferentes colores, sudaban para sacar adelante las cuentas. Alguien puede decir que «eran otros tiempos» y acertará de pleno. Porque son los tiempos y las dinámicas de la política las que mejor explican esto, y no que estos presupuestos sean mejores o peores a aquellos que nadie quería aprobar.

Es difícil explicar eso de las dinámicas y los ciclos de la política. No está escrito en ningún sitio y es tan abstracto como describir el estado anímico de una sociedad. Pero existe. Y hoy el ánimo de las izquierdas vasca, catalana, española y seguramente bastantes europeas pasa por el posibilismo. El pacto, el más vale pájaro en mano. Uno podría apuntar grandes razones estratégicas, pero me temo que responde más a la ciclotimia. Esto es un circuito circular que hace que después de una cosa llegue otra y después la siguiente como reacción.

La izquierda estatal hoy es hija del 15M, del «tomar el cielo por asalto», del procés y del gran momento municipal de 2015. La izquierda, si quieren, está de resaca. Ciertamente apática y cansada, pero también serena y sin ganas de volver a probar de la botella de las ensoñaciones. Habrá quien pida más mandanga, claro. Siempre está quien dice que lo mejor para la resaca es abrir una birra y el que propone que esta noche la volvamos a liar. Quienes no entiendan que la fiesta se acabó probablemente acaben solos.

Pero que la situación sea lógica e incluso positiva si se sabe administrar no significa que no tenga riesgos. Consecuencias que, además, no llegarían de inmediato sino a largo plazo, pero que no por ello serán menores. Es en este estado cuando la izquierda conformista suele ganar un terreno que después nunca suelta y es también ahora cuando la derecha se está yendo de juerga a la caza de sus propios sueños. Posibilismo no es dormirse, ni regalar la posición, ni ruedas de molino. Como dijo Jordi Carbonell en la Diada de 1976: «Que la prudencia no nos haga traidores».

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