Arturo Puente
Arturo Puente

Las luces del liberal ibérico

Nos encontramos ante un oligopolio de libro entre compañías gigantescas, imbricadas entre sí a través de intereses económicos mutuos y con el sector político, con las puertas giratorias.

La escalada de los precios de la electricidad que hemos vivido en los últimos meses tiene obvias afectaciones sociales y económicas, pero también ha dejado unas cuantas estampas políticas dignas de coleccionar. Una de las más tristes es comprobar como, cuando la cosa afecta a poderes económicos reales y no a cuestiones menores, un problema tan serio como que se dispare la factura de la luz pilla al Gobierno desprevenido e incapaz de actuar si no es tarde, erráticamente y arrastrando los pies.

Pero este episodio también ha dejado al descubierto los postulados de esa ideología que en España se ha dado en llamar «liberal», pero que no responde a ninguna de las preocupaciones reales del liberalismo clásico. Es cierto que para esta escuela económica el mercado, es decir, la oferta y la demanda, es la fórmula óptima para repartir recursos. Pero también se ha ocupado de problemas y desarreglos que este puede tener, como las externalidades negativas (y quién debe pagarlas) o los problemas de competencia.

Si nos fijamos en esta última cuestión, el mercado energético español es absolutamente disfuncional. La producción está limitada a unas pocas empresas, que controlan las fuentes gracias a las altas barreras de entrada. ¿Qué actor privado puede hacer hoy un pantano o levantar una central nuclear? Nos encontramos ante un oligopolio de libro entre compañías gigantescas, imbricadas entre sí a través de intereses económicos mutuos y con el sector político, con las puertas giratorias. Aquí es donde entra la regulación que juega a su favor al imponer subastas marginalistas. Esto significa que, independientemente del precio al que oferten los productores, el precio se marca por quién venda más caro. De esta forma un puñado de empresas ofertantes tienen todo el poder y el comprador, nada. La energía es un sector muy regulado, sí, pero mal regulado (para los consumidores). Ante esto, ¿qué dice el dogma liberal ibérico? Que hay que eliminar regulación y que cualquier retoque es pecado. Debe ser que a ellos no les afecta porque no tienen muchas luces.

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