Arturo Puente
Arturo Puente

Lo de cuidar

Uno cree que sabe algo sobre la dimensión política de los cuidados porque ha leído cosas, teoría feminista o la aproximación marxista al tema. Pero la realidad es que no tienes ni idea.

No sé si es cierto o no lo de la «gran renuncia», la moda en Estados Unidos por la que muchos profesionales eligen dejar su puesto de trabajo por estar quemados. Sí sé que en mi entorno hay cada vez más gente que abandona obligaciones o renuncia a cierto poder adquisitivo por lo que de forma un poco cursi se ha llamado «poner la vida en el centro», es decir, trabajar menos o mejor.

A mí nunca me ha convencido demasiado, al menos como opción personal. Ojo, yo soy partidario de la vagancia y trato de practicarla. Pero, a la vez, me ata la pulsión por cargarme de trabajo, el instinto de que estoy en un momento de la vida idóneo tanto para ser productivo como para rentabilizarlo. Siempre había sido así, hasta ahora. En agosto tuve a mi hija y cogí seis semanas de permiso, la primera vez que «paraba» tanto tiempo en más de una década. Paraba, entre comillas, porque quien haya pasado por aquí sabe lo que se curra con un bebé en casa.

Uno cree que sabe algo sobre la dimensión política de los cuidados porque ha leído cosas, teoría feminista o la aproximación marxista al tema. Pero la realidad es que no tienes ni idea.

fectivamente el mundo laboral actual es incompatible con cuidar de la vida de otros, pero es difícil entender hasta qué punto eso es una realidad salvaje sin vivirlo en primera persona. Para quien vive de su trabajo, es imposible criar un bebé o cuidar de un anciano si no es con una red familiar dispuesta o externalizándolo. Es decir, poner a trabajar gratis a tu gente o pagarlo.

Tras tres meses de trabajo, vuelvo a la segunda parte del permiso. Lo estiraré tanto como pueda y tengo dudas de con qué nivel de implicación volveré. A mí, que llegué a menospreciar el papel social de los cuidados, que veía lo de la «gran renuncia» como un lema neohippie sin recorrido político, la realidad me ha dado una lección. El modo de producción actual no es compatible con la supervivencia de todos nosotros porque no tiene en cuenta los cuidados. Nos leemos a la vuelta.

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