Isabel Díaz Ayuso ha dejado dos grandes frases en su corta carrera política. La primero fue el eslogan de su exitosa campaña electoral, «comunismo o libertad», con la que dejó clara su posición ideológica y, sobre todo, con quién quería polarizar. Pero la otra es incluso más elocuente. «Madrid es España y España es Madrid», dijo la todopoderosa presidenta, repitiendo una de las banderas que su familia política, el PP madrileño, ha usado cada vez que ha querido asaltar el poder de Génova.
Fue la idea con la que Esperanza Aguirre le hizo la vida imposible a Rajoy en la legislatura que comenzó en 2008, cuando el gallego quiso deshacerse de los Acebes y Zaplana que le habían empujado a la segunda derrota. Rajoy aguantó y, porque aguantó, se convirtió en presidente del Gobierno en 2011, gracias a un tono más comedido, junto Sáenz de Santamaría y hablando de economía. Una década después, al grito de Madrid es España, la actual presidenta madrileña acabó lanzándole un pulso a Casado. Él no aguantó y su cadáver se vela a estas horas.
Pero conviene reflexionar sobre por qué Ayuso ha evitado hacer una marcha triunfal y no se ha situado, ella misma o alguien de su estricta confianza, a los mandos del PP. Y por qué, en cambio, quien tiene todos los números para hacerlo es Feijóo, actuando como «primus inter pares». Sin duda la presidenta ha ganado la guerra, pero solo lo ha hecho cuando los barones territoriales del PP, Mañueco, Moreno Bonilla y el propio Feijóo, se han puesto de su lado. Es obvio que Ayuso no podía ganar sin ellos y que ellos han aprovechado esta debilidad.
La guerra es fea pero suele contener lecciones, sobre todo si la ganas. Ayuso ha pisado el cuello de su rival, pero también ha descubierto que los equilibrios de poder en el PP son mucho más complicados que el tira y afloja entre la dirección del partido y la presidencia de la Comunidad de Madrid. Porque resulta que Madrid no es España. Y a poco lista que sea, de esta escaramuza habrá sacado también la deducción de que, por mucho que electoralmente ella arrase en el centro, su marca puede no funcionar fuera confort de la propia casa.
Madrid no es España
Es obvio que Ayuso no podía ganar sin Mañueco, Moreno Bonilla y Feijó, y que ellos han aprovechado esta debilidad.
