Arturo Puente
Arturo Puente

Que se equivoquen

Mis amigos seguramente tienen razón en que los otros se equivocan. Pues que se equivoquen. Reconocerles ese derecho también forma parte de una cultura política que es bueno practicar.

Tengo unos cuantos amigos, algunos ya veteranos, que siguen en la brecha militante, cosa que solo puedo admirar. Últimamente andan agitados con una parte de las nuevas hornadas que ven subir, a los que critican su exceso de retórica, su falta de experiencia y, sobre todo, su arrogancia y su rechazo de algunas de las enseñanzas básicas que han adquirido los movimientos sociales durante décadas. «Están totalmente equivocados», me suelen decir, unos con preocupación y otros simplemente con sorpresa.

Yo admiro a mis mayores. Hay quien se ha dejado la vida para que todos vivamos mejor, en luchas como la vivienda, el antirracismo o el feminismo. Esos siempre tendrán mi respeto. Pero nadie de mi generación, ni de la pasada ni de ninguna otra puede decir que no se haya equivocado, que no haya explorado atajos que resultaron callejones o teorías maximalistas que sonaban bien pero fueron impracticables. Tirar la primera piedra siendo el más pecador suele ser un mal de juventud que a veces no cura ni el tiempo. Otros se marchan para siempre, cambian y se revuelven contra quienes eran.

Nada de eso es nuevo o singular, sino la historia de cualquier lucha y, casi, de cualquier relación humana. Escisiones, enfrentamientos, divorcios y cambios de parecer son inseparables del acuerdo, el apoyo mutuo y los objetivos comunes que hubo antes. Y cada vez que pasa pensamos que es el otro el que está muy equivocado. ¿Quién sabe? No entrar al trapo es el mejor antídoto contra quien busca liarla.

Mis amigos seguramente tienen razón en que los otros se equivocan. Pues que se equivoquen. Reconocerles ese derecho también forma parte de una cultura política que es bueno practicar. Al igual que ellos tienen derecho a seguir su camino, mantenerse donde estaban e incluso burlarse de la rocambolesca evolución política de sus antiguos compañeros. Llegará el día que todos lo vean con cierto cariño. Porque al final, por mucho que joda, quien estuvo en tu trinchera será siempre un poco de los tuyos.

Bilatu