Belen Martinez
Belen Martinez

Turismo de la desolación

Existe una forma de turismo denominada «dark tourism» (turismo sombrío), que consiste en visitar lugares asociados al sufrimiento, la muerte, la violencia, la pérdida o la destrucción. Supongo que las motivaciones de esas fugas o escapadas de nuestra cotidianidad son variadas. La verdad es que no encuentro sentido al hecho de convertir en atracción turística el sitio en que se produjo el crash del vuelo 93, el 11 de septiembre de 2001; la ruta de la devastación producida por el huracán Katrina, en Nueva Orleans, o el parque de atracciones Pripyat de Chernobyl.

Puede que esas espantadas tanatoturísticas guarden relación con el hastío de nuestra propia existencia, con el consumismo y la mercantilización de la tragedia, más que con el reconocimiento de nuestra impotencia y vulnerabilidad. Esa forma de viajar simboliza proféticamente la movilidad del ocio del futuro.

Convertir un espacio de duelo individual y colectivo en el decorado de fondo de un selfi cualquiera, nos aleja de la humanidad, no nos reconcilia con ella. Queremos captar todo. Y retenerlo sin interferencias que perturben nuestra buena conciencia.

Sin previo aviso, me viene a la memoria Sniper Alley y los “Sarajevo blues” de Semezdin Mehmedinović. Escribía el poeta: «Ni siquiera estoy seguro de a quién odiar: al tirador chetnik o a esos monos con sus Nikons».

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