Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

«Si nos confiamos somos muy malos»

«Si nos confiamos somos muy malos». Pedro Mari Zabalza, antiguo entrenador de Osasuna y símbolo de que todo tiempo pasado fue mejor para el equipo «rojillo», nos legó la enseñanza de que no hay que dar por supuestos los triunfos hasta que no termine el partido. Que en el Sadar como en política, para los de abajo siempre existe margen para cumplir la máxima de «jugamos como nunca y perdimos como siempre». No pretendo ponerme «agorer» nada más comenzar la campaña. Tampoco preparar un escenario apocalíptico que permita disparar con el maleducado «te lo dije» en caso de que las urnas no sumen. Es más una sensación. La percepción de que, al menos en sus primeros días, la carrera electoral ha comenzado a medio gas, como sin fuelle. Y uno, que es tremendista por naturaleza, comienza a preocuparse ante la posibilidad de que esa falta de pasión termine por convertir el asalto al Palacio de Navarra en una somnolienta procesión que se quede sin aliento en mitad del paseo Sarasate de puro convencimiento de que todo estaba hecho.

La preocupación comenzó con el acto celebrado ayer por EH Bildu en Anaitasuna. No es que el ambiente fuese gélido, pero sí que percibí una cierta falta de energía. Vale, que era sábado por la tarde, que la campaña no ha hecho más que comenzar y que hacía buen tiempo, toda una anomalía para quienes estamos acostumbrados a la lluvia eterna de Iruñea. Sin embargo, recién llegado de Madrid con la voluntad de aportar a la «madre de todas las batallas electorales», no pude evitar un desasosiego inexplicable. La estructura del acto fue perfecta, la puesta en escena, amena, la duración más que correcta y el mensaje clarísimo. Y, sin embargo, creo que costaba encontrar esa conexión de las grandes ocasiones. Observando la afluencia y entrega en actos de otras formaciones descubro la misma ausencia de garra. Y eso que si en algo coinciden todos los partidos en liza es en que estos comicios son determinantes, que por primera vez en muchos años la posibilidad de que caiga UPN es real y tangible, no solo un eslogan para los convencidos.

No sé si esta tónica general de primeras jornadas tiene que ver con el agotamiento de los actos de masas o si, por el contrario, en el bloque del cambio se ha dado tan por supuesto el fin del régimen que hemos terminado por certificar su defunción antes de que el sistema se convierta en finado. En el primer caso obligaría a una profunda reflexión a largo plazo, especiamente teniendo en cuenta que el modelo mediático-político es enormemente desfavorable para formaciones como EH Bildu o Geroa Bai. Ahora son La Sexta o Telecinco quienes, en sus imitaciones de «Sálvame» político marcan la agenda. Un terreno en el que solo Podemos juega en casa ya que al resto ni le invitan, con la consiguiente limitación de las preocupaciones al ámbito español. En caso de que el problema esté en el ambiente general, más relajado de lo que cabría esperar, todavía hay tiempo para darnos una sacudida. Lo que hay en juego es mucho y son los votantes irredentos del régimen quienes deberían mostrar abatimiento. Al resto nos quedan dos semanas para acabar exhaustos. Recordemos siempre las palabras del maestro Zabalza: «si nos confiamos somos muy malos».

 

 

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