Koldo Campos
Koldo Campos
Memoria que respira y pan que se comparte

Homer Simpson y la basura

Un día, molesto Homer Simpson con la recogida de la basura en Sprinfield, decidió presentar su candidatura al cargo. Su original propuesta electoral consistía, entre otras brillantes ideas, en nuevos y modernos vehículos dotados de luces de colores, vistosos uniformes para los recogedores y un batton-ballet que acompañase los camiones por las calles. Obviamente, Homer ganó las elecciones y todo Sprinfield lo celebró en la taberna de Mou.

Sin embargo, tras el éxito inicial que se prolongó, incluso, unos cuantos días, comenzaron los problemas. Homer ya se había gastado el presupuesto de todo el año. Otro funcionario habría renunciado o solicitado una licencia… pero Homer no es de los que abandonan y, en una vieja mina a las afueras de Sprinfield, encuentró la solución al problema. A un módico precio, las ciudades de los alrededores, podían sepultar sus basuras en la mina.

Así fue hasta toda la basura acumulada debajo de la ciudad, toda la porquería escondida en la mina, comenzó a brotar incontenible a través de las alcantarillas, de los desagües, de las llaves de agua, de los hoyos de los campos de golf, de cualquier orificio o ranura...

- “¡Estás convirtiendo nuestro bello pueblo en la cloaca de América!” -le reprochó Marge, su esposa.

- “¡No puedes almacenar la basura bajo nuestro suelo eternamente!” -le echó en cara Lisa, su hija.

Con la ciudad ahogada en mierda sus vecinos decidieron en asamblea trasladar Sprinfield ocho kilómetros más lejos.

- “¡Acabaremos convirtiendo el nuevo Sprinfield en otro vertedero!” -sentenció Marge.

Demasiadas quejas para Homer que cortó por lo sano:

- “¡Qué le vamos a hacer! ¡Yo me voy al bar de Mou!”

Y hasta aquí el episodio de Los Simpson.

Parafraseando al Wyoming: ¡Ya conocen a Los Simpson, ahora les contaremos la verdad.

Y la verdad es que Homer Simpson ha encontrado un negocio mucho más seguro y rentable que el de encargado de seguridad de la central nuclear de Sprinfield o el de la recogida de la basura de esa ciudad. Homer es ahora presidente de una UTE liderada por URBASUR y que durante los próximos 35 años (el contrato de concesión garantiza nueve legislaturas consecutivas) se va a encargar de quemar basura así sean restos de industrias papeleras, escombros de la construcción o lodos de la depuradora de saneamiento. De lo que se trata, como en Sprinfield, es de que la basura desaparezca, toda la basura, la nuestra y la ajena, toda. Para ello ya se ha construido un “Complejo Medioambiental de Residuos de Zubieta” que suena mucho mejor que “la incineradora” y que la ciudadanía gipuzkoana se encargará de “financiar” a través de la tasa municipal de basuras.

Homer no va a estar solo en el negocio. Desde el Gobierno Vasco y la Diputación de Gipuzkoa contará con la experiencia de Monty Burns y su secretario personal Smithers, así como de Bob Patiño (también conocido como Actor Secundario), Krusty el Payaso, Troy McClure, Seymour Skinner y Tony el Gordo. Se cree que Joe Quimby, que también tiene comisión en el negocio, podría abandonar la alcaldía de Sprinfield para convertirse en diputado foral de Gipuzkoa, y tampoco faltará Kent Brockman que, según parece, va a dejar de anunciar noticias en la KBBL para convertirse en director del Diario Vasco.

La diferencia entre la ficción y la realidad es que en la primera Homer termina en el bar de Mou y en la realidad Homer es nombrado asesor personal de Garamendi.

(Preso politikoak aske)

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