Koldo Campos
Koldo Campos
Memoria que respira y pan que se comparte

Requisitos para ser jefe

Comprendo la turbación de la desesperada mujer porque, años atrás, bastaba que la clase política fuera, simplemente, canalla. No se le exigían otras virtudes.

Me llegó al alma en estos días el grito de auxilio de una mujer desesperada que preguntaba en las redes: «Lo acepto sí, acepto que tenga que haber un jefe pero, ¿por qué siempre tiene que ser el más idiota?».

Yo también me hago la misma pregunta cada vez que me encuentro en los medios con alcaldes, empezando agosto, organizando los belenes navideños. Y más penoso aún que el récord mundial de lucecitas de colores encendidas del que se jacta el incumbente es observar el entusiasmo que le pone, la cobertura que le dan los medios y las adhesiones que cosecha en las urnas la idiotez y el sustantivo.

Otras ilustres autoridades han sido campeonas mundiales en el lanzamiento de huesos de aceitunas o promocionando antxoas, cervezas y terrazas. Páginas de gloria en las que no faltan presidentes y ministros exaltados como bodegueros de honor de academias del vino, chirimoyos del año, y castañas y moscones y membrillos de oro de ciudades de todo el reino, además de sus borboneras majestades y tantas honorables señorías que lo mismo faltan, que bostezan, que roncan, que juegan al Candy Crush en el Congreso… pero comprendo la turbación de la desesperada mujer porque, años atrás, bastaba que la clase política fuera, simplemente, canalla. No se le exigían otras virtudes. Una vez los aspirantes acreditaban su vileza, su carencia de escrúpulos, eran nombrados al frente de instituciones, tribunales, medios de comunicación… Ya estaban listos para sentar sus reales desagües en estrados, escaños y chiringuitos, y los partidos del sistema competían entre sí por ver quién era capaz de acumular más canallas en sus surtidas nóminas.

Claro que, con el tiempo, acabaron siendo tantos los canallas aspirantes a cargos y sus méritos contraídos, que hubo que agregar otros requisitos que ayudaran a ajustar el perfil de político o funcionario requerido para el futuro. De ahí que, desde entonces, además de canallas también tengan que ser idiotas.

(Preso politikoak aske)

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