Koldo Campos
Koldo Campos
Memoria que respira y pan que se comparte

¿Será que sí?

Nos encantaría que esa calidad de «imprescindibles» con que se nos valora a las personas residentes, hiciera posible un próximo encuentro de todas las partes afectadas

La pasada semana, bajo el título “¿Hay alguien al otro lado?” recogía en esta columna el desesperado grito de las trabajadoras de la residencia de mayores San Jose Egoitza de Azkoitia en demanda de más personal. Algunos residentes hicimos público nuestro respaldo a esa demanda, entre otras razones, porque también es nuestra demanda.

Una de las principales necesidades que tienen los residentes es compañía, trato, contacto, alguien que tenga tiempo para oír, para acompañarte, y la trabajadora nunca tiene tiempo porque su tiempo es de la empresa y la directora ha dispuesto que, mientras le cambias el pañal, con la otra mano lo peines y, desde que lo vistas, cambies al siguiente y no pierdas tiempo hablando, porque siempre hay otro esperando… Cambiar el pañal de un anciano cuando se han agotado los asignados por anciano y día no es una prueba que superar en un concurso de televisión; afeitar, bañar, pasear, dar de comer y acostar a una treintena de ancianos mientras se les consuela y se les anima, tampoco es una competencia olímpica.

¿Hay alguien al otro lado? preguntaba el lunes pasado.

Kabia ha respondido. Desde su gerencia, Arantza Lekuona nos ha remitido 14 cartas, tantas como firmantes, proponiéndonos en fecha a determinar, una reunión en la residencia junto con Biharko y «presentarnos propuestas que están trabajando para mejorar el servicio» y en la que los residentes «podríamos exponer nuestras aportaciones» pero, reunidos en pública asamblea los firmantes, se ha decidido agradecer y declinar la invitación porque no nos parece consecuente con lo que fue nuestro público respaldo a las trabajadoras de nuestra residencia, participar en una reunión en la que se las excluya. Tampoco las familias estaban invitadas.

Nos encantaría que esa calidad de «imprescindibles» con que se nos valora a las personas residentes, hiciera posible un próximo encuentro de todas las partes afectadas, incluyendo las excluidas. A nuestra edad, hacer el paripé es un lujo que no nos podemos permitir.

(Preso politikoak aske)

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