Ilustrativo el ver las caras desencajadas de unos individuos, con aspecto atormentado y semblante fascistoide, exigiendo a gritos durante la procesión de San Fermín que el alcalde de Iruñea Joseba Asiron acuda al rito católico y antropofágico de la misa, donde los celebrantes comen y beben el cuerpo y sangre de un tal Jesús que era dios y hombre a la vez e hijo de sí mismo y una virgen concebida por un espíritu santo con forma de paloma que a la vez también era su compañero de tríada. Uno y trino, no es tan difícil de entender, dicen.No es suficiente que la corporación municipal acompañe, en procesión, a la figura del moreno hasta la puerta de la iglesia de San Lorenzo, también debe mostrar reconocimiento y pleitesía ante la autoridad religiosa de los católicos con forma de obispo, mostrando comunión entre lo civil y lo religioso. En resumen, participar en la irracional liturgia de jerarquizar lo sagrado y lo profano bajo la voluntad de un dios, a través de un individuo, al que llaman cura, como único director de la función ritual. Y esto, en un Estado aconfesional. Anda el fascio pelín crecido en lo que denominan las Españas y por aquí aparecen algunos síntomas. Les resulta insoportable la sensación de no controlar la totalidad de instituciones que configuran lo social; ellos, que nacieron para legislar y ejecutar la voluntad de los dueños de los medios de producción, no admiten que los que perdieron la guerra ocupen puestos de decisión. Las medidas sociales del actual gobierno a favor de las clases populares se les antojan insoportables, propias del comunismo igualitario. Están tocando a rebato utilizando lo más zafio y miserable que se pueda concebir contra lo que consideran el enemigo, a una población adocenada y adoctrinada por los medios de propaganda para ser permeable al miedo y al odio, un binomio fácil de manejar por los amos. La reacción del fascio nacionalcatólico asomando la patita y mientras, algunos, discutiendo cuál es la única línea correcta hacia la Revolución. Mejor espabilamos todos un poco.