Milei al que susurran perros ya difuntos le votan 14 millones de seres con el telencéfalo altamente desarrollado y pulgar oponible; 3 millones lo hacen a Santiago matamoros Abascal, admirador de Netanyahu, nuevo Moisés de los judíos sionistas que iniciaron hace décadas la recreación del gueto de Varsovia como preludio al genocidio que están llevando a término. Curiosa la anosmia olfativa y la ceguera de la población germana para con los genocidios: fueron incapaces de percibir el olor a carne humana quemada que despedían los hornos de los campos de concentración, incluso con viento sur, y ahora, tan consumidores de redes sociales, son refractarios a imágenes de niños reventados por las bombas. En vez de gas zyklon-B, fósforo y metralla para regocijo de los fabricantes de armas, esos grandes creadores de puestos de trabajo con valor añadido, de innovación y desarrollo al tiempo que se hace desaparecer mucha de la población en paro, es decir improductiva. Como improductivos eran los 7291 ancianos y ancianas de las residencias de Madrí; «se iban a morir de todas formas», así lo entendieron millón y medio de humanos con derecho a voto que dieron mayoría absoluta a la dama de mirada extraña, como de orate, cuyos familiares, amigos y amantes gozan de enriquecimientos milagrosos. Ninguna de sus peroratas tiene el menor sentido, pero productiva, la inmaculada Isabel, más que las de Fátima y Lourdes juntas. Su correligionario Camps absuelto de todo; ni Gurtel, ni Fórmula 1, ni visita del Papa Ratzinger, ni ná. Para eso está el poder judicial español. Quiere volver a la política activa. No es de extrañar, la recompensa es mucha.
El destino de las Américas y por ende, merced a la OTAN, el nuestro, en manos de un tipo que está gagá o en las de otro viejo corrupto y putero. En la vieja Europa, vuelven a asomar las pezuñas los fascistas.
Las señales del fin del mundo, las del apocalipsis de San Mateo eran más tranquilizadoras, causaban menos desazón que ver y oír a esta banda de ignorantes a los que mucha gente da pábulo.
Está el mundo raro
Las señales del fin del mundo, las del apocalipsis de San Mateo eran más tranquilizadoras, causaban menos desazón que ver y oír a esta banda de ignorantes a los que mucha gente da pábulo