Fede de los Rios
Fede de los Rios

Facturar es la cuestión

No es la igualdad en la estupidez lo más conveniente tras tantos siglos de lucha contra opresión patriarcal

Reflexionar sobre lo dicho para poder pensar lo que se va a decir es algo muy conveniente para no caer en el despropósito. Un ejercicio nada en boga en estos tiempos. El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras, decían los antiguos; ahora no, ahora uno puede decir lo que le venga en gana sin necesidad de argumentarlo y al día siguiente, si no a las horas, lo contrario. Para más inri lo llaman libertad de expresión. No puede existir libertad de expresión sin libertad de pensamiento. Sin crítica solo queda la opinión y esta ya dejó de interesar a los griegos desde el siglo VI a. n. e.

Veo en una televisión pública, pagada del erario, un debate sobre una nueva canción de desamor de Shakira, con video de perreo incluido, con colega también desengañada en asuntos amorosos, y hablan de “empoderamiento de la mujer” al comentar una de las frases, que dice “las mujeres no lloran, las mujeres facturan” y que mi torpe entendimiento metafórico entiende que del sufrimiento del engaño o desamor las mujeres deben sacar beneficio económico, como vender miles de discos menospreciando a la anterior pareja y su nueva relación. “Empoderamiento” lo definen. El lamento del cornudo no es nuevo, miles de misóginas canciones lo han plasmado por boca de señoros con mucha hombría, tanta como necedad. No es la igualdad en la estupidez lo más conveniente tras tantos siglos de lucha contra opresión patriarcal. Volver mercancía el sufrimiento es convertir la vida íntima en espectáculo. Como la guerra, antigua tragedia y hoy show televisivo. Todas las cadenas han mandado a sus primeras espadas a Ucrania para celebrar el primer aniversario, no bastaban los periodistas in situ, tenían que ir los opinadores. Más armas para Zelenski coreando la demanda del amo Biden, su NATO y la industria armamentista. Los muertos no serán oligarcas rusos o ucranianos, serán los pringaos de siempre. La reconstrucción será un gran negocio para los mercados, una facturación espectacular, seguro. Todo por la Democracia, dicen.

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