El 7 de abril de 2007, cuando gobernaba las Españas el intrépido y progresista Zapatero, este servidor tituló la columna “Semana Santa y vicio”. El pasado jueves frente al televisor enmudecí al constatar el eterno retorno de lo mismo, suponiendo que hayamos estado en otro tiempo o lugar. En la televisión pública volví a presenciar, en «riguroso directo» enfatizaba el presentador, el delirante y ridículo desembarco del tercio Duque de Alba en Málaga. Uno a uno, a saltitos, fueron descendiendo del buque los «caballeros legionarios» para después formar marcialmente: camisa de una talla menor desabrochada mostrando pecho, arremangada dejando ver tatuajes de amor de madre; barbilla alta y mirada al cielo («mirando a los cojones de San Pedro» la llaman).
Novedad la presencia de «damas legionarias». No conseguí entender, en el reiterativo cántico necrofilico, si las «damas» eran novias o, como sus compañeros de armas, también novios de la muerte. No puede averiguar si la dama de la guadaña admite relaciones lésbicas o sigue siendo heteronormativa. Este año la cabra que tanto lucía el desfile no apareció. ¿Los animalistas? Al Tercio lo recibieron autoridades militares, civiles y religiosas. Los que retransmitían el evento e invitados mostraron un fervor místico con los portadores del Cristo de la Buena Muerte«al igual que toda Málaga, siendo indiferente si uno es de derechas o de izquierdas». Informaron de la historia del Tercio y de su fundador, Millán Astray, un tipo formidable que quería mucho a España. A España, la Muerte y nada la Cultura tenía yo entendido; pero ya ves, prejuicios que gracias a la televisión democrática superaré.
El resto de la semana podemos ver: procesiones, misas, serie completa de la Tere de Jesús; Ben-Hur… 16 años después, con el gobierno más progresista de la Historia, lo mismo. Vi en pantalla a «los picaos» de La Rioja azotándose hasta sangrar. Cuando empecé a desear arrancarme los ojos para no seguir, apagué el televisor.
Hoy Aberri Eguna porque un tal Jesús dicen que resucitó.
