Fede de los Rios
Fede de los Rios

Variable y caprichosa

Antaño los designios de Dios eran inescrutables; ahora, además, debemos sufrir los del Banco Central Europeo y el FMI

Al parecer la hipoteca que firmé con el banco no era seria, pues muestra un carácter muy variable a la par que exigente. La hipoteca es la caprichosa, el banco no, por supuesto. Exige de mí una porción significativamente mayor de mi salario. Al comentarlo con otros asalariados de mi entorno constato que la mía no es la única hipoteca alterada por la volubilidad. Somos legión, y ya se sabe que “mal de muchos… epidemia”. Pero estoy contento porque me han dicho, los expertos, los que saben, que es para frenar la inflación económica, algo nocivo para todos. Aquí la mano invisible del Mercado que todo lo regula parece que anda un poco tonta y así, para que no crezca la inflación, el precio de las cosas (mercancías las llamaban), los bancos aumentan el precio del dinero y los patronos, obligados por las circunstancias y a su pesar, congelan los salarios. Porque el aumento de salarios, queridos lectores con criterio, es lo peor para la inflación: subirnos el jornal y ponernos a consumir desenfrenadamente como si no hubiera un mañana es todo uno, poseídos por los espíritus Gasto y Despilfarro. No ocurre lo mismo con los patronos. Ellos aumentan sus beneficios exponencialmente en tiempos de crisis económica, pero el aumento, por lo que sea, es bueno para combatir la inflación. Se ve que el aumento del beneficio en los que dirigen nuestras vidas no les lleva a gastar más sino más bien al contrario, a una austeridad franciscana. Antaño los designios de Dios eran inescrutables; ahora, además, debemos sufrir los del Banco Central Europeo y el FMI por el bien de lo que unos llaman economía libre de mercado y otros, Capital.

Gracias a la evasión de impuestos, la influencia de las empresas en la política, la erosión de los derechos de los trabajadores y el recorte de gastos sociales, según un informe sobre desigualdad, en lo que llaman España, el 60% de la riqueza está en manos del 10% de la población más acomodada.

Martillea mi mente aquella pintada de hace años: “Mata a un rico, aunque tú no sepas porqué, él sí lo sabe”.

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