Gloria Rekarte
Gloria Rekarte

La factura de la luz

Parece que, si la industria enseña los dientes, les entra algo de prisa; en cualquier caso, mucha más de la que han tenido por la situación de la ciudadanía

Cada vez que llega una nueva, tengo la sensación de que las facturas de la luz las pasan cada diez días. Hasta ver el importe, que es cuando parece que las pasan un par de veces al año. No me he puesto a buscar facturas viejas, hacer comparaciones ni sacar cuentas; me basta con ver a qué ritmo sube el precio del gas y la electricidad y, como consecuencia, los tiques de la compra, para saber que en muchos hogares se avecina un pésimo invierno.

A Lakua se le han puesto un poco los pelos de punta con el anuncio de Sidenor y quiere ir a Madrid con sus propuestas y sus medidas.  Estupendo. Pero me parece recordar que, cuando en enero nos dispararon a bocajarro con una subida de tarifa, entonces histórica, el gobierno español apaciguó los ánimos diciendo que la culpa la tenía la borrasca Filomena y que la subida era “coyuntural”. Y lo era, claro, porque no venía para quedarse, sino para superarse: diez meses ya de subidas y máximos históricos. Tiempo han tenido.

Parece que, si la industria enseña los dientes, les entra algo de prisa; en cualquier caso, mucha más de la que han tenido por la situación de la ciudadanía. Tal vez porque piensan que incomodar a las eléctricas no es aconsejable, mientras que la ciudadanía tiene la mala costumbre de dejarse ahogar a bajo precio político; como quién dice, sin costes.

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