Dos mensajes importantes transmitió Enrique Maya, alcalde de Iruñea, en la rueda de prensa que ofreció ayer. Uno: no habrá sanfermines. Dos: el bastón de mando es mío y lo llevo yo. Y así ha sido que, saltándose el compromiso de no tomar ninguna decisión sin consultarlo antes con la Mesa de Sanfermines, ha anunciado lo mismo que habría anunciado de haberlo cumplido, porque si algo demostró la Mesa el año pasado, fue responsabilidad. Mucha más que la que demostró el alcalde de la ciudad. Enrique Maya no ha podido evitar otra de sus demostraciones de ordeno y mando.

Se afana el alcalde en decir que la Mesa de Sanfermines es únicamente una mesa consultiva. Pero el hecho de comunicar a las 10:45 la decisión que hará pública a las 11:00, no parece muy consultivo, ¿verdad? Lo que sí parece es que tampoco ha querido perder la oportunidad de quitarle a la Mesa la representatividad y el peso que tiene y que son los que le da la ciudadanía. Al fin y al cabo, compromiso, ciudadanía y consenso son cosas con las que la derecha no se lleva nada bien.

Enrique Maya asegura que lo está pasando muy mal porque «la mayoría de los ciudadanos» le ha transmitido –a él– que es muy duro suspender las fiestas. Muy empático el señor Maya, pero no; la mayoría de los ciudadanos no le ha transmitido nada porque no se lo ha permitido.