Gloria Rekarte
Gloria Rekarte

Pasaporte covid

Pero me choca mucho esa repentina defensa de la intimidad en personas que están acostumbrando a la sociedad a visitar su vida privada en los escaparates de Instagram, YouTube, Facebook

Llega ahora el pasaporte covid y la controversia subsiguiente. Se apela, no sin razón, al control social, a la intromisión de la Administración, al derecho a la intimidad y a la libertad… y, después de todo eso, solo queda un pequeñísimo espacio para aquello del bien común.

Pero me choca mucho esa repentina defensa de la intimidad en personas que están acostumbrando a la sociedad a visitar su vida privada en los escaparates de Instagram, YouTube, Facebook o cualquiera en el que puedan dejarse mirar. O a dar su consentimiento para el tratamiento de datos instalando con ritmo febril aplicaciones en el móvil y pulsando como posesos el botón de acepto sin pararse siquiera a leer qué demonios estan aceptando, qué datos, y para qué, van a regalar.

Me dirán que cuidadito, que eso es decisión personal y que allá cada cual. Por supuesto. Y por supuesto sé que no es lo mismo vender las parcelas más íntimas y personales de nuestra vida a cambio de unos cuantos like que nos pueden convertir en afamadas influencers, que aceptar algo que solo reporta responsabilidad y solidaridad, valores que se cotizan, así, en general, muy poquito. Por si a alguien le pica la curiosidad, puedo adelantar que para mí, enseñar el pasaporte covid es el menor de los problemas de control y violación de la intimidad con que me he encontrado.

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