Iñaki Lekuona
Iñaki Lekuona
Irakaslea

Campaña

En la cola sigue la izquierda anticapitalista, mortalmente fraccionada y lastrada por un jacobinismo más propio de una derecha carpetovetónica

Como sucede en tantas ocasiones, una elecciones ocultan otras. Acontece ahora con las regionales, cuya campaña es en realidad el anticipo de las de las presidenciales de 2022 en las que Marine Le Pen desea al fin coronarse reina del Elíseo. Las encuestas la aúpan más que nunca y por ello lo está dando todo en esta meta volante en la que Macron parece llegar penúltimo, que en la cola sigue la izquierda anticapitalista, mortalmente fraccionada y lastrada por un jacobinismo más propio de una derecha carpetovetónica. Como la que representa la lideresa del RN, que el primero de mayo, día de los derechos laborales, llamó a la juventud a seguirla tras la consigna «proteger, proyectar, transmitir», un lema renovado de aquel «patria, familia, trabajo» acuñado por el gobierno colaboracionista de Pétain.

Y es que Marine Le Pen se siente comandante suprema. Más ahora que veinte generales retirados han decidido desempolvar sus fusiles para disparar contra la democracia en una carta abierta en la que advierten de que, como Francia está en peligro por culpa del «antirracismo», de las «teorías anticolonialistas» y de los inmigrantes, o hay un giro en el gobierno o todo esto acabará con «una explosión final y una intervención de nuestros camaradas activos». Todo un anuncio de golpe de Estado. Va a ser cierto que una campaña electoral oculta otra, en este caso una militar.

Bilatu