Iñaki Lekuona
Iñaki Lekuona
Irakaslea

Mudo

La realidad se presenta a veces como una pesadilla para quienes intentan expresarse en su lengua materna y se topan con un Estado monolingüe, monolítico, monopólico y monomaníaco como el francés

Expertos de la facultad de medicina de Harvard se han frito los sesos para averiguar en qué idioma soñamos quienes hablamos más de una lengua. Y tras proponer que el cerebro de los multilingües no es igual “ni a nivel fisiológico ni funcional” que el de los monolingües y cruzar y destilar los resultados de una encuesta a sujetos capaces de expresarse en más de un idioma, han concluido que, en efecto, las personas fantasean dormidas en tantas hablas como conocen. La realidad, en cambio, se presenta a veces como una pesadilla para quienes intentan expresarse en su lengua materna y se topan con un Estado monolingüe, monolítico, monopólico y monomaníaco como el francés, que impone sin rubor su uniformidad idiomática a pesar de todos los tratados firmados, a pesar de que la elección del habla es un derecho, a pesar de que todos los expertos del mundo aseguren que es mucho mejor dominar más lenguas que una sola. Nada es tan importante como salvaguardar el francés, expresión de una inteligencia superior. A este lado del Bidasoa, los bilingües y trilingües sueñan despiertos en todos sus idiomas. Y por soñar que sus hijas e hijos podrían algún día redactar en euskara los exámenes finales del primer ciclo de secundaria, al final han lo han logrado. Y sin contar con París, que en esta cuestión sigue sordo y mudo.

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