Irati Jimenez
Irati Jimenez
Kazetaria eta idazlea

El coloso

Y yo me pregunto, si un país no protege a sus ancestros, ¿dónde se mira? ¿Quién le protege? ¿De dónde saca fuerza? Son preguntas importantes también para vascas y vascos

Nunca he tenido por un artista consideración mayor que por Goya. Entró en mi vida como un fogonazo, un día de instituto del que todavía guardo recuerdo. Ningún cuadro me ha impresionado como me impresionó aquella mañana Saturno devorando a sus hijos. Realista, romántico, surrealista, expresionista, impresionista, Goya es el artista que mejor ha expresado la tragedia de su país y a nadie debería rendir su país mayor admiración que a Goya. Lástima que España odie a sus mejores, a quienes derriba a garrotazos, si puede, y a dentelladas si no.

El último ejemplo de esta costumbre atroz lo ha protagonizado el Museo del Prado, que eliminó precisamente “El coloso” de la lista de obras de Goya para después corregirse sin reconocer el error ni explicar cómo se dio por bueno un informe interno sobre la autoría tan falto de pruebas, de ciencia y de rigor que no es capaz de describir correctamente ni lo que vemos en el cuadro con nuestros propios ojos. Su autora, Manuela Mena, de quien se dice que es una de las mayores expertas en Goya sin que se sepa por qué, también está vinculada al escándalo del presunto Goya -esta vez sí- que Esperanza Aguirre y su marido vendieron por más de medio millón de euros sin pagar impuestos ni declararlo al Patrimonio Nacional, un asunto que ha sido archivado por la jueza instructora del caso antes de que se resuelva una petición de recusación contra ella. O sea, Lorca en el agujero y Goya, en el lodo.

Y yo me pregunto, si un país no protege a sus ancestros, ¿dónde se mira? ¿Quién le protege? ¿De dónde saca fuerza? Son preguntas importantes también para vascas y vascos, que estamos dejando campar a sus anchas a los que apedrean a los grandes porque se sienten pequeños y porque los muertos no pueden defenderse. Si seguimos así, la corriente subterránea de odio contaminará todo el sustrato, hasta dejar la tierra ácida y convertirnos en un pueblo baldío y sin ancestros, poblado de presencias espectrales, habitado por hombres duros y tristes, acobardados ante el abismo de no saber quererse.

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