Irati Jimenez
Irati Jimenez
Kazetaria eta idazlea

Poderío

Y tan importante y urgente es que las mujeres tomemos conciencia de que nada de malo hay en nuestra feminidad, como que los hombres reflexionen autónomamente y sin interferencias sobre sus dolores con lo masculino

Ese es el fascinante y poderosísimo título que ha elegido la periodista y experta en comunicación política y lenguaje no verbal Patrycia Centeno para su último libro, en el que subraya las virtudes y las fuerzas, muchas veces invisibles y muchas veces invisibilizadas, de todo lo que hemos asociado con la feminidad. Además de brillante, su análisis es valiosísimo porque, de todas las luchas del feminismo, no sé si habrá alguna más veces olvidada, ninguneada o incluso rechazada como la reivindicación, la sanación y la restauración de la feminidad, un espectro de la vivencia del género que seguimos despreciando como si fuera incompatible con virtudes que le son esenciales, como la resiliencia y el coraje y con el que necesitamos desesperadamente hacer las paces para reconciliarnos con nuestra propia humanidad.

Lo cierto es que, lo que hemos llamado femenino está en cada ser humano, y lo que hemos considerado masculino, también. Y tan importante y urgente es que las mujeres tomemos conciencia de que nada de malo hay en nuestra feminidad, como que los hombres reflexionen autónomamente y sin interferencias sobre sus dolores con lo masculino, sobre sus miedos, sus enfados, sus cosas. Porque todos los hombres y mujeres somos hombres y mujeres al mismo tiempo –toda gran mente es andrógina, decía Coleridge– y no hay territorio humano que nos sea ajeno. Coraje, paciencia, belleza, empatía, sabiduría, amabilidad, dulzura, grandeza: para alcanzar las cumbres más elevadas del alma debemos aspirar a la integración de todo lo que es mejor en cada ser humano.

Mientras no restauremos una visión poderosa, humana y feliz de la feminidad no restauraremos las posibilidades y las fuerzas de una masculinidad poderosa y feliz, que es tan necesaria como para poder afirmar que le va en ello la vida a nuestra especie. Si no celebramos la feminidad, seguiremos enemistados con la humanidad y estaremos condenando a la masculinidad a mostrarse amenazante o amenazada, bajo sospecha o sospechando, acorralada y asustada, impotente y peligrosa.

Bilatu