Irati Jimenez
Irati Jimenez
Kazetaria eta idazlea

Superman y los vascos

Serán cosas del algoritmo que no conviene extrapolar pero creo que algo nos pasa, algo que nos impide emocionarnos con una historia real en la que hubo comportamientos ejemplares y hasta heroicos

Quizá no haya logro tan risible como conseguir contenido viral en Twitter, pero es lo que me pasó hace dos semanas cuando conté en un hilo de Twitter cómo salvó Superman a 77 personas durante la dictadura de Pinochet y observé algo curioso que me parece preocupante.

En noviembre de 1987 un grupo paramilitar amparado por la dictadura amenazó de muerte a 77 actrices y actores a los que se les daba un mes de plazo para abandonar el país. Al escritor Ariel Dorfman se le ocurrió buscar una estrella que se solidarizara con ellos e hiciera temer a la dictadura con una crisis internacional en caso de que se cumplieran las amenazas. Un papel para el que nadie le parecía mejor que Christopher Reeve que encarnaba, para millones de personas, la poderosa imagen de Superman. Gracias a sus contactos, Dorfman consiguió el teléfono de Reeve que le preguntó qué peligro corría y qué podía suponer su viaje. Dorfman fue sincero: a la dictadura no le convenía su muerte pero en una situación tan volátil no podía ofrecerle garantías, lo que sí tenía claro, le dijo, es que su viaje podía salvar la vida de 77 personas. Tras un breve silencio que Dorfman nunca olvidó, Reeve accedió con un simple «then, I’ll go» («entonces iré») y pasó tres días en Chile que le impresionaron tan profundamente como impresionó él a los chilenos: su discurso en el acto a favor de los 77 puso a todo el público en pie y, tal como quería Dorfman, provocó movimientos en la Junta Militar que se interpretaron como una retirada de las amenazas.

Mi hilo ha conseguido unas 1.300.000 impresiones, más de 11.000 likes, miles de retuits y cientos de comentarios, entre los que hay muchos chilenos y catalanes, pero una espectacular ausencia de vascas y vascos, que son quienes más suelen interactuar conmigo. Serán cosas del algoritmo que no conviene extrapolar pero creo que algo nos pasa, algo que nos impide emocionarnos con una historia real en la que hubo comportamientos ejemplares y hasta heroicos, y que quizá nos recuerda dónde no estamos y cuánta fe hemos perdido.

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