Vuelve a liarse la marimorena, o más bien la mariblanca, a las puertas de un centro de menores. En Madrid, qué le vamos a hacer: condenadas a seguir hablando de España. Un centro de acogida para menores migrantes, es decir, para chavales absolutamente desamparados en este jodido mundo y que solo reciben odio, casi sin esperanzas de un futuro amable. Veo a una mujer que porta este cartel: «Nuestras hijas tienen miedo». Firmado: Vox. Esa es la cuestión, que un chaval residente en ese centro, de 17 años y origen marroquí, según la prensa fascista española, ha violado a una chica, de 14 años y española, según el mismo medio. Española, da la sensación de que si ella fuera, por ejemplo, también marroquí, entonces la violación no sería tan grave. Aunque lo que de verdad importa es alimentar el mito del violador negro, un clásico de la maquinaria fascista.Vuelvo a la diosa Angela Davis, a su "Mujeres, raza y clase". Al capítulo en que describe el mito del violador negro, que permite tanto la deshumanización racista como la infantilización patriarcal de las mujeres blancas, imprescindibles mecanismos del supremacismo. Porque le diría a la mujer del cartelito de Vox, ¿a quién tienen miedo nuestras hijas? Las niñas son violadas sobre todo en sus casas, por hombres de la familia. Entonces, las niñas blancas son violadas mayoritariamente por hombres blancos. Solo les importa que seamos violadas por extraños. Mi amada y artista Paloma Polo me manda este extracto de las crónicas escritas por jesuitas franceses de misiones en la Confederación Haudenosaunee, entre lo que hoy es EEUU y Canadá. Siglo XVII. «Los hombres, por su parte, yacen con las mujeres cuando les place, sin recurrir jamás a la violencia, pues no es costumbre entre los salvajes forzarse unos a otros. En todo se atienen a la voluntad de la mujer». ¡Pero cuánto nos estabais violando en Europa, cuánto! Bien que lo sabemos.