Itziar Ziga
Itziar Ziga
Una exrubia muy ilegal

Qué coño hacemos con la trata

Todas las policías y el ayuntamiento de Barcelona conocían la extrema situación de Lily, se reunieron mil veces por ella pero nunca la ayudaron

Se llamaba Lilia Ochisor, Lily. Murió el 30 de marzo de 2019 con 41 años en Barcelona, por una leucemia nunca tratada. Su autopsia reveló lo que las autoridades, que no hicieron nada por ella más que joderla aún más, sabían: toda una vida de violencia machista. Era moldava, fue traficada y explotada sexualmente desde que quedó viuda y pobre con dos criaturas en Rumanía. Tenía entonces 28 años, desde ahí solo conoció el infierno. A lo peor del Raval llegó en 2011, su hija y su hijo quedaron a cargo de sus captores: no tuvo opción. Llegó a buscar clientes veinte horas al día en la calle, al principio regresaba cada tres meses a ver sus criaturas. Hasta que empezaron a detenerla por su situación irregular, a acosarla policialmente, a multarla, a pedir su ingreso en un CIE para su expulsión: ya no volvió a verles. No fue considerada ni protegida como víctima de trata porque no denunció, ¡no podía!, a la mafia que tenía a sus criaturas, algo contrario al Convenio de Estambul y a cualquier atisbo de humanidad. Todas las policías y el ayuntamiento de Barcelona conocían la extrema situación de Lily, se reunieron mil veces por ella pero nunca la ayudaron. Women’s Link junto con tres colectivas que trabajan con mujeres prostituidas en la zona y que conocían a Lily, acaban de denunciar a todas las instituciones que la abandonaron. La hija de Lily está siendo explotada sexualmente por la misma red que esclavizó a su madre…

Amelia Tiganus, en su precioso y afiladísimo libro “La revuelta de las putas. De víctima a activista” la clava: mujeres privilegiadas, no tenéis ningún mérito por no haber acabado siendo prostituidas. No lo tenemos. Al revés, yo ahora mismo me siento irresponsable como feminista por haber voceado tan tontamente lo de que no es lo mismo trabajo sexual que trata, y tan ancha. El derecho patriarcal de cualquier hombre a disponer del cuerpo de una mujer sigue intacto mientras nosotras discutimos. Y, entretanto, qué coño hacemos con la trata.

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