Esa soy yo. La misma. Me reconozco en cada una de las letras, me pesan cada una de sus piedras y me relamo cada una de las heridas que esas tres palabras por separado y juntas han ido dejando en mi carne, en mi deseo y en mi fantasía. Y reivindico sus luces y sus goces, que de resignificar ya hemos aprendido algo de las que lo hicieron antes. Una como yo empieza siendo puta. No tu puta. Puta a secas. Como yo de pueblo, de bisexual, de feminista, de chula, de lista, de superviviente, de culo normativo, de loca, de gozadora, de herida, de traviesa, de aguerrida, de macarra, de imprudente, de valiente, de indiscreta, de rota, de intensa, de iracunda, de pasional, de borracha. Todo eso junto. Puta. Ok. Pues gracias al feminismo, a mi madre y a Itziar Ziga una levantó la cabeza que jamás había entregado a ninguna guillotina y se metió por la nariz el estigma. Toda puta tiene la posibilidad de redimirse socialmente, tiene la gran oportunidad, se la juega a una carta: puede ser madre (con un señor cishetero huelga decir). La maternidad y su mística dan la opción de encauzarse en el camino de la buena chica que jamás transitaste, porque además tú puedes, por blanca, por flaca, por peli larga y por maja, porque tú sabes disimular y estás entrenada para agradar, por desgracia. Así que, aunque seas una puta revelada de la hetero-norma desde que tienes uso de razón, eres fácilmente asimilable por todo lo que detestas. No estamos hablando de lo que significa ser bisexual entre todo esto, ni del régimen monógamo obligatorio y sus infinitas trampas, no estamos profundizando en temas que lo condicionan todo, solo un titular para abrir boca antes de que le chupes la cabeza a la gamba en la cena cristiana y observes tu alrededor y pienses si lo de madre te quitó lo de puta o qué te trajo y, sobre todo, en cómo vivir siéndolo todo o nada y no morir ni de peso, ni de soledad, ni de normatividad, ni de éxito. Y si os encontráis, entregaos a la ternura, miraos con el amor que merecéis y mirad a las otras igual. Y si vais a servir la cena no os olvidéis de servir coño. Y seguid inventando caminos. Besos de tu puta madre.