Iñaki  Soto
Iñaki Soto
GARAko Zuzendaria / Director de GARA

Prensa y huelga

Una de las cosas más curiosas de esta profesión, de las que más me asombró cuando comencé a trabajar en el periódico, son los días de huelga. Supongo que en otros medios los días de huelga serán, simplemente, días de más trabajo para las secciones de Economía y de Altercados contra el Sistema (que es el equivalente periodístico al tipo penal «delitos contra los organismos de la nación»). Pero en los medios en los que la plantilla suele votar a favor de hacer huelga en defensa de los derechos laborales y/o políticos, el paro lo hacemos el día anterior, con la idea de que el día de la huelga se note la falta normalidad al no estar nuestra cabecera en esos puntos de venta que no secundan la huelga. Eso, que es discutible y de hecho siempre genera un pequeño debate entre nosotros, nos obliga a no trabajar la víspera de la huelga, que para el resto del país es un día completamente normal. Todo ello produce una sensación realmente extraña. Evidentemente, el propio día de la huelga, ni qué decir las semanas previas, también son de mayor trabajo para nuestra sección de Economía y, en general, para la redacción.

Siempre he pensado que el hecho de que varios medios vascos secunden habitualmente las huelgas convocadas por los sindicatos muestra que en Euskal Herria hay una masa crítica importante en la defensa de los derechos y contra los ataques del poder establecido. Hoy, por ejemplo, ni "Berria" ni nosotros hemos mandado ejemplares al kiosco y la radio-televisión pública vasca está de servicios mínimos, bombardeando a la población con una radiofórmula que compagina canciones de Negu Gorriak y Bob Marley con Midnight Oil y Spandau Ballet (vamos, lo que en euskara llamamos «ekintza zuzena», acción directa). Mirando a nuestro entorno, comparado con el seguimiento de las huelgas en la prensa de los estados que nos  circunvalan, este es en mi opinión un indicativo de la salud del movimiento popular vasco.

No obstante, esa salud no se traduce en afinidad diaria en el kiosco. Vista la que está cayendo en el sector, en concreto, y en la sociedad, en general, no podemos quejarnos de la fidelidad de nuestros compradores, pero no deja de ser paradójico. Vivimos en un país en el que la misma persona que hoy hace huelga mañana es capaz de comprar un periódico que le dice, en el mejor de los casos, que lo que hizo ayer –por hoy– no está bien, y en el peor, que en realidad no hizo lo que hizo (en este caso, huelga).

Mañana esto se volverá a repetir. Y de igual modo que hacer huelga el día anterior de la huelga es extraño, esto otro también lo es. No obstante, las razones por las que la gente compra un determinado periódico son complejas y no conviene despreciar ninguna de ellas. Se suele aludir a las esquelas, al deporte y a lo local, pero pienso que lo realmente importante es la costumbre. Un periódico te educa en un determinado modo, en un orden concreto a la hora de leer la actualidad y las noticias. En tu periódico siempre encuentras cosas que no encuentras en otros, de igual modo que no ves las cosas que no quieres ver, esas que quienes compran otros periódicos siempre te echan en cara cuando sale el debate.

Siempre pongo el mismo ejemplo. Cuando me nombraron director de GARA, una vecina con la que tengo poca relación pero a la que tengo especial aprecio me paró en el portal y me dijo que se alegraba mucho de mi nombramiento. «Ya sé que no es lo más importante, pero me alegro porque eres el único que ha puesto en su sitio a Joseba Arregi en la televisión» (en aquellos tiempos había tenido un par de trifulcas televisadas con Joseba en el programa "Kalakan", de ETB). Resulta que aquella mujer compraba a diario el periódico en el que solía publicar sus artículos Joseba Arregi. Lo sigue comprando. En su caso, tengo que decir que me parece normal, por no decir bien. Sé que, por mucho que lo intente, en nuestro producto no va a encontrar aquello que en el suyo no necesita buscar. Posiblemente, por muy de acuerdo que esté en la mayoría de cosas que defendemos, GARA no le puede dar eso que busca; y si lo lográsemos, probablemente sería a costa de que los lectores de nuestro periódico no encontrasen en él lo que buscan. También sé que Joseba Arregi (por citar el mismo nombre que ella nombró) no va a encontrar el camino para alterar la conciencia que tiene esa mujer, abertzale y de clase trabajadora, por mucho que la acose desde las páginas de su periódico. Entre nosotros las hegemonías en prensa y en política son contradictorias, por no decir enemigas.

Todo lo cual no quita para que mañana, cuando vea a la gente comprar el periódico, tanto el nuestro como otros, no pueda dejar de preguntarme qué habrán hecho el día anterior. Este día en el que, digan lo que digan los periódicos, mucha gente en nuestro país ha hecho huelga contra los recortes que nos intenta imponer el Gobierno español.

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