Pablo Iglesias Turrión
Pablo Iglesias Turrión
Investigador en la Universitat Oberta de Catalunya, exvicepresidente del Gobierno español

Mil Novecientos Ausencia

La invasión rusa de Ucrania y su impacto en los discursos mediáticos y políticos no hacen sino confirmar esa presencia fantasmal del siglo XX por todos partes

«Abril de Mil Novecientos Ausencia» era el título de una canción de Hechos Contra el Decoro en su álbum “Línea de fuga”, editado por Esan Ozenki en el año 2000. Escrita e interpretada por Ángel Luis Lara, el Ruso, la canción evocaba un Belgrado bombardeado y a inmigrantes sin papeles caminando por Paris, en una historia de lucha y contradicciones repetidas. «Cuánta muerte más va a costar este simulacro, cuánta soledad cabe aún en la palma de mi mano, me pregunto este abril de mil novecientos ausencia».

Eran, como ahora, tiempos de guerra y de confusión. Yugoslavia había sido bombardeada por la OTAN y en Seattle nacía un movimiento contra la globalización capitalista que señalaba a las instituciones supranacionales, como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el G8 (del que formaba parte la Rusia de Putin), la OCDE, la OTAN o la propia Unión Europea como expresiones de un tipo de poder postnacional muy poco democrático y absolutamente comprometido con las formas más agresivas de la economía de mercado. Fukuyama, su fin de la historia y el buen rollito liberal que sucedió al colapso del mundo soviético, se habían cubierto de gloria.

Decía Steven Forti, el otro día en Madrid, en la presentación de su libro “Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla”, que la izquierda no ha terminado de superar el fin de la Guerra Fría. El profesor italiano con residencia en Catalunya tenía razón, pero no es solo un problema de la izquierda; es la propia política la que no ha terminado de superar el fin de la Guerra Fría. Esa ausencia, esa nostalgia del mil novecientos, dice mucho sobre la confusión ideológica en que vivimos en estos tiempos y en estos días.

Eric Hobsbawm atrapó las coordenadas ideológicas de la política contemporánea en lo que llamó el breve siglo XX, que habría nacido con la Revolución bolchevique y fallecido con la caída del Muro de Berlín. La Guerra Fría nació de verdad en 1917 y de aquel parto nacieron las coordenadas y mapas  ideológicos mediante las cuales siguen pensando y operando casi todos los actores. La invasión rusa de Ucrania y su impacto en los discursos mediáticos y políticos no hacen sino confirmar esa presencia fantasmal del siglo XX por todos partes. Geopolítica del siglo XX con los significantes fantasmales del nazismo y el comunismo en las redes sociales, en los medios y en todas las cabezas que piensan y analizan la política. Se acusa de comunista y de soviético nada menos que a un nacionalista abiertamente anti-bolchevique como Vladimir Putin que, a su vez, trata de justificar la invasión de Ucrania hablando de desnazificación.

En España se ha llegado a comparar la situación del gobierno ucraniano con la de los gobiernos de la España republicana traicionados por la política de la no intervención. ¡Gran Bretaña nos traicionó! ¡No hagamos lo mismo con la democracia ucraniana! ¡Armas para Ucrania! Aidez L’Espagne! gritan los editoriales de todos los periódicos de Madrid pintando en nuestra cabeza el cuadro de Joan Miró. Los códigos del siglo XX lo inundan todo y el comunismo aparece en el discurso de la derecha y de la ultraderecha. Vuelve el anti-comunismo sin comunistas o con comunistas de partido que reivindican, con razón, que el neo-keynesianismo (otra creación del breve siglo XX) es la única gestión progresista posible en una economía de mercado que todo lo ocupa y todo lo define.

Para el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (primer territorio del corazón histórico de España donde gobierna la ultraderecha) la presencia de comunistas (Podemos) en el gobierno del Estado deslegitima al gobierno de Sánchez, mientras que para Enric Juliana (y para García Margallo) el pacto de rentas que propone el presidente, convoca a los espíritus de Santiago Carrillo y de Marcelino Camacho que, en esa ocasión, fueron comunistas buenos y útiles que ayudaron a la clase obrera a sacrificarse por la democracia española…

Todo es plástico, decadencia y mugre dicen los Chikos del Maíz, mientras la arena del Sahara pinta de Mad Max la provincia España de la Europa OTAN. Covid, Filomena, volcanes, gobierno social-comunista y la III Guerra Mundial, mientras el PSOE vuelve a traicionar a los saharauis en nombre de sus competencias absolutas e incuestionables en la política exterior. Seguro que los mismos tertulianos de ARV que recriminaron a Podemos cuestionar el envío de armas a Ucrania, alegando que la única voz del gobierno en política exterior es la del presidente, les preguntarán hoy por el derecho de autodeterminación del Sahara. Mientras el derecho de autodeterminación no sea de vascos y catalanes en ARV hay barra libre. Mientras las hostias consagradas se las lleven los indepes y los de Podemos, en ARV puedes estar a la izquierda de la pared.

Fantasmas del siglo XX que son poco más que fantasmas que se aparecen entre confusiones y ruido. Pero hay uno que sí amenaza con volver a la vida. El fascismo no volverá como lo que fue, pero la Alt Right es, potencialmente, tanto o más peligrosa que el fascismo del siglo XX y ha aprendido a moverse mejor que nadie en la confusión ideológica de Mil Novecientos Ausencia. Bulos, mentiras, hechos alternativos, The Loudest Voice, Don’t look up, más periodismo y damos paso a Eduardo Inda… Con la guerra, la confusión crece, los cobardes disimulan su miedo tras las banderas del discurso aceptable para los poderes mediáticos y la doctrina del shock empuja.

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