La insistencia del presidente de EEUU, Joe Biden, en alertar sobre una invasión rusa de Ucrania, a la que puso fecha, el pasado miércoles, 16 de febrero, ha generado una catarata de chanzas y comparaciones con las impagables conversaciones telefónicas del añorado humorista Gila a pie de trinchera en la linea del frente de una guerra imaginaria.
Ciertamente, la secuencia de alertas y cruces de acusaciones diplomáticas se presta a chirigota. Más después de que, superado el plazo, Biden insiste ahora en trasladar el «Día D» al próximo domingo día 20. Rusia ha contribuido a ello cuando la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajarova, pedía sarcásticamente a Washiington y a Londres que le presenten el calendario de invasiones «para planificar nuestras vacaciones».
Pero comparar la estrategia del Kremlin, y de la Casa Blanca, con unos sketchs humorísticos, los de Gila, con un claro mensaje antimilitarista, me parece un insulto.
Rusia y EEUU están moviendo sus piezas en el tablero de Europa Oriental. Moscú juega con la histeria de Occidente moviendo tropas y combinando repliegues con maniobras, mientras Washington muestra un histrionismo sospechoso ante la crisis prebélica en una región que le queda, geográficamente, tan lejos como cerca le queda a Rusia.
Pero, dejando a un lado a unos y a otros, sorprenden las risas que provoca la batalla de la propaganda en una guerra que, se olvida, estalló hace ocho años y que está lejos de acabar, como testimonian los recientes y preocupantes enfrentamientos en torno al Donbass.
No pretendo borrar la sonrisa a nadie, pero semejante ataque de hilaridad en un asunto tan grave contrasta, sin duda, con el nulo humor que, a diestra y siniestra, se estila en estos tiempos de correción política.
Esperemos estar ante un cambio de tendencia para poder hacer chistes sobre monarcas, sobre la mujer, sobre los migrantes o sobre las víctimas. Por cierto, en el este de Ucrania ya van 15.000 muertos, entre ucranianos, pro-rusos y «demás ralea». Sus cráneos rien, pero no de gracia.
