Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

Cuidado con el hinduismo político

La reválida arrasadora del BJP del primer ministro Modi es la confirmación del triunfo del hinduísmo político en un país, India, que con más de 150 millones de musulmanes –cifras oficiales– rivaliza con Indonesia y Pakistán en la lista de países con mayor población que profesa la fé islámica.

Un 14,6% de la población –sin olvidar a otras minorías– en un país liderado por un BJP que hace bandera de la ideología hindutva, que reivindica que India es una nación hindú y que busca imponer el hinduismo como religión estatal en detrimento de las minoritarias, tildadas de extranjeras.

Para ello, esta ideología, desarrollada en el pasado siglo, pinta un pasado idílico anterior a las invasiones y al colonialismo. Incluye en este magma al imperio mogol, que fomentó el islam en el subcontinente.

Modi bebe precisamente de esa ideología y y del cuerpo de voluntarios del RSS, una organización de masas paramilitar en la que se bregó el hoy primer ministro. El RSS se ha actualizado en los llamados «guardianes de las vacas», tristemente célebres por linchar a personas acusadas de consumir la carne o de tener mataderos clandestinos para sacrificar a este animal sagrado para el hinduísmo,

El propio Modi, practicante matinal de yoga y vegetariano, se vio salpicado por los progromos contra musulmanes que se saldaron con un largo millar de muertos en 2002 en Gujarat, donde había sido elegido jefe del Estado el año anterior.

En unos tiempos en los que el islamismo político y sus derivadas están en el punto de mira general, el triunfo arrollador del no menos peligroso hinduismo político en India pasa desapercibido, al igual que el ascenso del budismo integrista (en Sri Lanka y Myanmar, sin ir más lejos).

Cuando ese ascenso al poder del hinduísmo es comparable, salvando las distancias, a los vuelcos políticos en EEUU (Trump) y Brasil (Bolsonaro) y cuando el discurso de sus dirigentes a favor de una India solo para los hindúes evoca, como un espejo, al de la ultraderecha, integrista cristiana (en el amplio sentido cultura-civilizatorio, no solo religioso, del término.

Nadie mira a India. Y debería, siquiera para entender lo que pasa aquí, al lado.

 

 

 

 

 

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