Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

Rusia ante Ucrania: De puentes, estrechos y aliados

El Ejército ruso ha respondido con ataques masivos y de largo alcance contra  objetivos en Kiev y otras ciudades al sabotaje contra el puente del estrecho de Kerch, que unía estratégica y simbólicamente Crimea con Rusia.

Todo ello presagia un aún mayor castigo contra la población civil, siguiendo acaso el modelo de destrucción total de la ciudad siria de Alepo, y a cargo de su artífice y nuevo comandante en Ucrania, el general Sergei Suroviki; y un intento de hundir las ya gravemente tocadas infraestructuras básicas ucranianas.

Ofensiva redoblada que obviaría que, a ojos de muchos rusos, y por cuestiones étnicas y de parentesco, Ucrania no es Siria; y que da la medida de la indisimulable ira del Kremlin tras el ataque contra la segunda  joya de la corona rusa en pocos meses (hundimiento del Movska).

Crecen las voces que, desde Rusia, claman por un castigo ejemplar y en clave nuclear ante la sucesión de reveses invasores.

El checheno Ramzan Kadirov es su primer vocero. Sabe que, si Putin se hundiera, no sobreviviría a las dagas norcaucásicas, o incluso antes a las moscovitas.

Es imposible anticipar hasta dónde llegará la venganza del Kremlin. No por falta de ganas.

El problema, más allá de la anunciada respuesta de la OTAN –EEUU ha anunciado que arrasaría su flota en el Mar Negro–, es que un ataque total podría alcanzar a los puentes que Rusia mantiene abiertos con aliados como las repúblicas centroasiáticas, cada vez más díscolas, y, sobre todo, con China e India.

Puentes, a lo que se ve, más estrechos de lo que se pensaba, con un Xi que afronta el congreso de su eternización en el poder chino y un Modi harto de guerras, eso sí, de las ajenas.

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