Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

Europa se la juega, mientras Rusia sigue con su Gran Juego

Irán es el principal objetivo de la pinza diplomático-militar protagonizada estos días por el tándem Israel-EEUU, que ha consistido en la retirada del acuerdo nuclear por parte de Trump, mientras Netanyahu protagoniza desde abril, una provocadora ofensiva militar con ataques aéreos cada vez más frecuentes contra objetivos iraníes en Siria, en un intento de forzar una respuesta por parte de Teherán. Ello le daría pie para presentar a Irán como una amenaza regional y mundial y le daría la coartada para mover definitivamente el tablero en Oriente Medio.


A la luz de las declaraciones del presidente de Irán, Hassan Rohani, y de la gira diplomática que inicia hoy mismo su ministro de Exteriores. Mohammad Javad Zarif, y que le lllevará en los próximos días a Pekín, Moscú y Bruselas –por ese significativo orden–, Teherán no ha caido en la trampa.

Nunca se puede excluir que un apéndice de la crisis ¿pre?bélica pudiera estallar en Líbano, el eslabón más sensible de la pugna entre Israel e Irán, pero no parece que ni a Hizbullah, sobre todo tras el triunfo electoral de su coalición, ni a Tel Aviv, que no olvida su nefasta aventura militar en 2006, les interese en este momento una escalada

Irán no parece haber caido en la trampa pero hay otros actores que se han visto directamente interpelados, y concernidos, por la pinza del tándem Trump-Netanyahu.

El primero de ellos, la UE, lderada por las potencias nucleares europeas y por Alemania, se ha visto absolutamente desairado por la retirada del acuerdo nuclear por parte de la Casa Blanca. Ni la visita de Merkel a Washington ni la camaradería genuflexa de Macron con su «amigo íntimo» Trump en el Despacho Oval han servido para que el magnate diera marcha atrás en su decisión de dar un puñetazo en el tablero de Oriente Medio. Y eso que se comprometieron inclluso a intentar arrancar a Teherán nuevas garantías y cesiones en materia de misiles balísticos y sobre su implicación en conflictos como el de Siria y Yemen.

Europa, consciente de la importancia económica de un Irán homologado y temerosa de un Oriente Medio en llamas cuyos rescoldos cruzarían el Mediterráneo, tiene un dilema: o cede, otra vez, ante Washington, o comienza a articular una política autónoma.

Menos problemas tiene Rusia, a la que el último bombardeo israelí en Siria, pese a a que fue informada con antelación, no le ha tenido que hacer ninguna gracia ahora que está ganando la guerra –ganándosela a Bashar al-Assad– a pasos agigantados.

Con todo, Rusia sigue teniendo un amplio margen de maniobra para maniobrar como potencia principal e insoslayable en el conjunto de la región. Al punto de que igual tampoco le viene del todo mal que Israel intente debilitar la posición de Irán que, aunque es su actual aliado en Siria, ha sido históricamente y es un rival regional de peso.

La misma ruptura del acuerdo nuclear, que dejaría fuera de juego económicamente a la UE, reforzaría la posición, ya privilegiada, de Rusia en la economía iraní.

Y es que en el peligroso Gran Juego que se libra en Oriente Medio en los últimos años, hay actores que nunca pierden. Israel es uno de ellos, pero el que despunta actualmente es la Rusia de Putin.

 

 

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