Mucho se está escribiendo y elucubrando sobre las consecuencias del asesinato extrajudicial del general Suleimani. Los análisis coinciden en que estaríamos ante un gravísimo error de cálculo de EEUU, en la consabida «locura» de Trump y en la inevitabilidad de una respuesta por parte de Irán a semejante afrenta.

Sin negar verosimilitud a todos esos análisis, el globo sonda lanzado a última hora de ayer por el Ejército estadounidense anunciando que aceptaba la decisón del Parlamento de Bagdad de retirar a sus soldados del país árabe permite, pese a que el propio Pentágono se apresuró a calificar de error su anuncio, aventurar otra hipótesis.

La de que Trump podría finalmente aprovechar esta crisis para forzar la retirada de sus tropas de Irak, uno de sus objetivos de campaña. Ello le ahorraría los miles de millones de euros que le cuesta no ya su mantenimiento sino las subvenciones al gobierno iraquí. Podría incluso mantener un retén en el Kurdistán iraquí, como ha hecho en Siria.

Puede parecer, sí, descabellado, pero ese movimiento sería además interpretado por Irán como su venganza y como la victoria póstuma de Suleimani.

EEUU, que ya no manda ni polítiamente en un Irak que ha devenido un protectorado de Irán, ni económicamente (el petróleo iraquí lo explotan mayormente los chinos), podría aplicar a Irak las mismas sanciones con las que trata de asfixiar a Irán.

¿Descabellado? Posiblemente, pero habrá que estar atento a los próximos días. Por de pronto, Washington y sus aliados ya prepasran las maletas.