Cuando están a punto de cumplirse dos meses del sorprendente y fulgurante desplome de la «robusta Siria árabe-socialista» de la dinastía Al-Assad, el nuevo hombre fuerte de Damasco –la decisión de ubicar su poder en esa ciudad no responde en este comentario al criterio de capitalidad–. Ahmed al-Sharaa, ha sido confirmado oficialmente como presidente de momento transitorio de Siria por la miríada de grupos armados surgidos y evolucionados desde la revuelta popular de 2011 y la guerra civil que le siguió y ha certificado la defunción de la ya muerta Constitución del viejo régimen.
Pero, lo que es más importante, además de disolver la coalición islamo-salafo-yihadista que dirigía, HTS, ha ordenado la disolución de todos los grupos armados surgidos tanto bajo el régimen como, soobre todo, bajo la oposición al mismo.
Ardua tarea, y no solo por el espinoso tema de las milicias kurdas del YPG y de las FDS en Rojava..Al-Sharaa tiene que mostrar su autoridad para obligar a que se disuelvan sus aliados del ENS, convertidos en ariete de Ankara contra la causa kurda.
Quien cuando obedecía órdenes de Al Qaeda obedecía al nombre de guerra de Al Golani (por su origen en los ocupados por Israel Altos del Golán) ha logrado la disolución, forzada, de sus herederos de Hurras al-Din, escisión de HTS que siguió fiel a la red cuando el Frente al-Nosra de Al-Golani se desmarcó de la marca
Asimismo, los dos principales grupos armados drusos han mostrado su disposición, también con matices, a disolverse y pasar a integrar el futuro Ejército sirio.
El problema reside ahí y responde a una vieja desconfianza, actualizada con el imprevisto desenlace del fin del régimen.
Al-Saraah, quien podrá formar un consejo legislativo transitorio, ha prometido para marzo una conferencia de diálogo nacional que incluya a todas las facciones opositoras y a todas las minorías para iniciar un proceso constituyente de cara a unas elecciones en tres-cuatro años.
Mucho tiempo y muchos desafíos internos y externos (Israel insiste que no se va, Rusia trata de quedarse mientras abre nuevas bases en Libia, la UE le exige que rompa con el Kremlin y Trump deshoja la margarita sobre su apoyo a los kurdos).
Una etapa apasionante. Pero peligrosa