Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

La UE trata de segar la hierba bajo los pies a la Rusia de Putin

A 20 kilómetros de Ucrania, y a tiro del enclave pro-ruso –mejor decir siberiano– de Transdniester, la Unión Europea  lanza un abierto desafío a la Rusia de Putin.  

Un reto que, con la ya amortizada presencia de Zelenski, va más allá de Ucrania.

Y no solo por la elección de Moldavia, antigua república soviética mayoritariamente rumanófona, como sede de la  segunda cumbre de la  Comunidad Política Europea (CPE), una idea-mecanismo de Macron para acoger en una suerte de aparcamiento provisional –¿permanente?– a los países que anhelan entrar en una UE estresada y debilitada por el Brexit.

Además de a la propia Gran Bretaña y a países alpinos y nórdicos como Suiza, Noruega y Suecia, la CPE acoge a países de la órbita ruso-soviética como Georgia, Azerbaiyán y, sobre todo, a Armenia, que amenaza con dejar la Comunidad de Estados Independientes (CEI, una suerte de CPE creada en su día por Moscú para mantener un ascendiente sobre su patio trasero), tras sentirse abandonada por Rusia por su derrota en la ofensiva azerí por el enclave de Nagorno Karabaj.

La presencia de Serbia en la cumbre en Moldavia tampoco será del agrado de su hermano mayor eslavo. Rusia confía, sin embargo, en que la UE, y EEUU, sean incapaces de desactivar la grave crisis política  con Kosovo, también presente, y que amenaza con despertar a todos los fantasmas balcánicos.

Con todo, al gigante euroasiático, que por definición forma parte tanto de Europa como de Asia, le queda el consuelo del plantón de Turquía a la cumbre de Chissinau. Guiño del reelecto Erdogan a su amigo Putin.

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