Horas después de que se abstuviera en la ONU a la hora de exigir la retirada de Rusia de Ucrania, China presentaba bajo un formato de doce puntos su anunciada iniciativa de paz.

En ella ratifica su defensa de soberanía ucraniana, lo que implica su integridad territorial, a la par que denuncia las sanciones contra Rusia y exige a Occidente tener en cuenta sus preocupaciones en materia de seguridad.

Aunque no novedosas, sí conviene prestar atención a varias de sus aseveraciones. Así, en un mensaje implícito a Rusia, señala que hay que respetar la soberanía de todos los países y que la seguridad de un país «no puede ser a expensas de la seguridad de otros países». Como contrapunto, advierte a EEUU que no solo hay que respetar las soberanías sino garantizarlas de manera efectiva.

Asimismo, y tres días después de que Rusia suspendiera su participación en el Tratado Star-2, alerta contra las amenazas de uso del arsenal nuclear.

En resumen, una iniciativa salomónica pero que se ve matizada por la decisión de Pekín de dar tiempo para que el diálogo desemboque en un eventual alto el fuego.

No urgencia que puede explicarse como parte de un proceso de desescalada que tiene sus ritmos, pero que puede ser interpretado como un acompasamiento, tras consulta con el Kremlin, con la actual ofensiva rusa para lograr el control total del Donbass.