Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

Taiwán y la autonomía, de unas y de otros

Los análisis occidentales sobre la visita de Nancy Pelosi convergen en dos ideas centrales.

De un lado, critican veladamente la inoportunidad de una visita de gran carga simbólica pero la inscriben en la autonomía de los distintos poderes en EEUU, en este caso el de la presidenta de la Cámara de Representantes, que habría actuado por libre.

Por otro, miran con ansiedad la reacción de China y quieren ver, pese a las duras soflamas de sus dirigentes, una respuesta proporcionada y mesurada.

Siguiendo el orden de menor a mayor importancia, es evidente que la veterana speaker del Congreso estadounidense es conocida por su contundencia frente a China –no dudó en visitar en 1991 sin permiso oficial la Plaza de Tiannanmen. escenario dos años antes de una matanza de opositores–.

Tampoco se descartan motivos electorales, tanto propios –aspira a la reelección– como del Partido Demócrata, en horas críticas ante los comicios de medio mandato.

Pero de ahí a sugerir que visitó la isla con la oposición de la Casa Blanca va un abismo que atenta contra la lógica política.

Porque no evidenciaría la tan alabada -a veces con razón– autonomía de los distintos poderes en la arquitectura política estadounidense –y por extensión anglosajona– sino una debilidad estratégica.

Y la cuestión no es que el vertical poder chino lo pueda entender o no. Un gesto de semejante voltaje no se puede improvisar ni dejar al albur de agendas más o menos personales y/o político-electorales.

Más aún, esta visita se inscribe en un continuum que apunta a una pulsión del Estado profundo y que fue inaugurado en la era Trump con el creciente flirteo de Washington con el independentismo taiwanés. Los recientes y recurrentes ¿patinazos? del inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, sobre la implicación militar de EEUU en caso de invasión china de Taiwán se inscriben en ese pulso.

No seré yo quien prejuzgue la compleja cuestión taiwanesa, entre otras cosas porque me niego a sumarme al coro de los que reconocen o niegan el derecho a la independencia de unos o de otros desde criterios de geopolítica.
 
Pero lo que tengo claro es que China responderá. Y no solo con unos ejercicios militares dos días después de la visita, y aunque sean con fuego real y a una veintena de kilómetros de la antigua Formosa.

Con todo, deberá medir sus pasos en un mundo tan interdependiente si quiere mantener la que ha sido su guía: la paciencia estratégica, esa que algunos tanto ansían que pierda.

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