Txoli Mateos
Txoli Mateos
Soziologoa

Dignificar la política

«La política es cruel», dijo hace años un parlamentario autonómico de un partido al que nunca he votado. Y la política de algunos no solo es cruel, sino que es cínica. Una de las cosas más enervantes y deprimentes que se ha podido ver en estas dos últimas semanas ha sido el empeño de algunas fuerzas políticas en no pasar página. ¿Cómo se puede poner en duda el carácter democrático de EH Bildu y usarlo como reclamo electoral?  Eso, en otros ámbitos, se llamaría mala praxis y no es un buen ejemplo que dar a la ciudadanía.

Los datos electorales se pueden analizar desde muchos aspectos, pero a mí me gustaría llamar la atención sobre dos puntos que me parecen esperanzadores.

El primer aspecto es que, a grandes rasgos y sin caer en la autocomplacencia, la sociedad vasca es bastante progresista, sobre todo si tenemos en cuenta la ola de ultraderechismo que está arrasando Europa o España, sin ir más lejos. No hablo de ultraizquierdismo, sino de un mínimo compromiso con algunos derechos humanos básicos, por ejemplo, en la lucha contra la violencia de género o la xenofobia. EAJ-PNV, PSE y PSN, EH Bildu, Geroa Bai, Contigo-Zurekin y Podemos-Ahal Dugu, aunque con matices diferentes, conforman esa mayoría.

El segundo dato es que en Euskal Herria Sur, sumando los votos de EAJ-PNV, Geroa Bai y EH Bildu, las fuerzas políticas más votadas se denominan a sí mismas soberanistas y, además, las sensibilidades alrededor de Podemos se decantan por un Estado español multinacional. En este contexto, los partidos soberanistas están condenados a entenderse. No tienen por qué coincidir en muchos aspectos, no sería lógico, pero sí en uno fundamental: qué tipo de relaciones se deben establecer con el Gobierno de España para pavimentar el camino hacia el ejercicio del derecho a decidir nuestro futuro como país.

Diálogo, consenso, acuerdo… han sido los conceptos más repetidos por el soberanismo de izquierdas en la campaña electoral. Creo que ese espíritu puede hacer recuperar la ilusión por la política, que no se limita al terreno institucional. Muchos hombres y mujeres que trabajan –militan– en este campo devuelven a la política la dignidad que se merece. Para mejorar la vida de nuestros pueblos y ciudades, además de transformar las infraestructuras, los servicios públicos o la fiscalidad, hace falta una renovación de las relaciones de la ciudadanía entre sí y con la esfera institucional. Hace falta dignificar la política. Y EH Bildu es un ejemplo claro de que las cosas se pueden hacer de otra manera.

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