Es más fácil hacer llorar que hacer reír. ¿Cuántas películas seríamos capaces de nombrar que no hayan sido auténticos dramas de todo tipo, social, político o íntimo? incontables. ¿Cuántas novelas hemos leído a lo largo de nuestra vida que nos hayan hecho reír a carcajadas? Pocas, diría yo. Por eso admiro muchísimo a los y las escritoras de literatura infantil, porque son de los pocos capaces de provocar la risa.
Igual que en la ficción, en la vida cotidiana social y política es más fácil, o sea, tiene más eco social, remarcar los aspectos negativos de una situación que los positivos. Las afirmaciones parecidas a «cada vez estamos peor» triunfan en nuestros círculos, aunque, a veces, no tengan nada de científicas, porque no está claro qué datos se están comparando.
Es más fácil decir «no» que «sí». Hoy en día las mujeres, porque hemos sido educadas en la sumisión, estamos aprendiendo a decir «no» ante ciertas situaciones, por ejemplo, en las relaciones familiares. Pero en la vida social y política, las mujeres tendemos a decir que no con demasiada facilidad y nos volvemos víctimas del «techo de cristal» político y profesional, porque es más fácil, es más gratificante, preocuparnos solo de nuestro pequeño entorno.
Criticar puede ser más fácil que ofrecer auténticas alternativas. Imaginemos un edificio: es más fácil destruirlo que construirlo. En la sociedad hay estructuras e ideologías que tienen siglos de existencia e infinidad de recursos para imponerse. Es una ingenuidad pensar que se puede sustituir el sistema capitalista o el patriarcado a corto o medio plazo, por ejemplo. Pero no es fácil crear propuestas que no sean un simple deseo utópico.
Por eso –ya sé que a mucha gente le parecerá una barbaridad decir esto– a veces es más fácil estar en la oposición que en el poder. Mucha gente de izquierdas sabe lo que es sufrir cuando le ha tocado asumir la responsabilidad de la gestión desde una perspectiva progresista. Y, sin embargo, cuando la izquierda vasca acepta el reto de construir, puede hacer cosas memorables. Ejemplos no nos faltan.
Es más fácil
Es una ingenuidad pensar que se puede sustituir el sistema capitalista o el patriarcado a corto o medio plazo, por ejemplo. Pero no es fácil crear propuestas que no sean un simple deseo utópico.
