Txoli Mateos
Txoli Mateos
Soziologoa

«Haters»

La gente que se pasa la vida supurando rencor, que tiene que expresar públicamente incluso que no le gusta una canción, no puede tener unas relaciones sociales mínimamente satisfactorias

Quizá por defecto profesional, yo estoy firmemente convencida de que los seres humanos no somos buenos por naturaleza, sino que nos enseñan a serlo. Y parece que mucha gente ha suspendido el examen. Y, además, se vanagloria de que no se va a presentar a la recuperación. Son «haters» (en español, «odiadores») personas que necesitan expresar continuamente su odio, ira o malestar contra algo o contra alguien. Basta con conectarse a cualquier red social o medio de comunicación para darse cuenta de que el odio vende muchísimo hoy en día. Y no estoy hablando de la confrontación política, del debate o de la crítica social. Ese tema merece otra sección. Me refiero a esa incomprensible necesidad de mostrar desconfianza, disgusto o rencor ante cualquier situación, persona pública o incluso expresión artística. Un cantante se declara homosexual y hay alguien que tilda el hecho de postureo. La cita para vacunarse se retrasa media hora y el enfermero (el mismo al que se le aplaudía a las ocho de la tarde) recibe una bronca monumental por parte de los que hacen cola. Leyendo los comentarios hechos sobre un video musical de Youtube, leí uno que me hizo reír y reflexionar a la vez. Decía, literalmente, «Esos que le han dado al dislike, ¿todo bien en casa?» Efectivamente, pensé, la gente que se pasa la vida supurando rencor, que tiene que expresar públicamente incluso que no le gusta una canción, no puede tener unas relaciones sociales mínimamente satisfactorias. Me pregunto qué estamos haciendo tan mal en la familia, en la escuela…

El odio es contagioso porque genera más haters. Y es sumamente irracional. «Hate is a virus» (El odio es un virus) rezaba una pancarta de una manifestante contra el odio desatado en Estados Unidos hacia las personas de rasgos asiáticos a causa de la crisis sanitaria.

Afortunadamente, cada vez se pueden oír más quejas sobre lo «enferma» que está nuestra sociedad; sobre la pereza, tristeza y aburrimiento que generan los haters de cualquier ámbito. Como canta Jorge Drexler, hoy amar es cosa de valientes: armémonos hasta los dientes.

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