Txoli Mateos
Txoli Mateos
Soziologoa

La vida de los otros

Aun así, nuestra cultura democrática es tan débil que genera más interés el despecho de Shakira hacia su expareja que el espionaje a la exconsejera navarra Maria José Beaumont

A menudo me pregunto por qué tienen tanta difusión las noticias relacionadas con la vida de los demás. Da la sensación de que la nuestra no nos parece muy interesante. A través de diferentes medios y a veces como por inercia, adentrarse en los entresijos de la vida de los otros se ha convertido en parte fundamental de nuestro ocio. Futbolistas, cantantes,  actrices de cine, influencer de todo tipo o incluso gente que se dedica a la política; cualquiera puede convertirse en celebrity y conseguir miles de seguidores de su vida cotidiana.

Es sabido que adentrarse en la vida de la gente ha sido siempre uno de los instrumentos de control utilizados por el poder tanto político como económico. Para darse cuenta de ello no hace falta ver la película “La vida de los otros”, sobre los métodos de espionaje de la Stasi, policía secreta de la antigua Alemania del Este. En Euskal Herria se podrían hacer infinidad de películas con esa temática.

Aun así, nuestra cultura democrática es tan débil que genera más interés el despecho de Shakira hacia su expareja que el espionaje a la exconsejera navarra Maria José Beaumont. De igual forma, me parece preocupante que se hable de algunos temas que afectan a la necesaria transparencia de las instituciones –por ejemplo, sobre un caso de corrupción política– con el mismo morbo con el que se elucubra en la tele-basura sobre quién será el novio de ese cantante que intenta llevar su vida privada realmente como privada.

Vivir aislados en nuestra burbuja social o política y practicar la indiferencia hacia el resto del mundo como filosofía existencial no conduce a ningún sitio. Por eso, preocuparse realmente por la vida de los otros es un deber ciudadano y una premisa para el auténtico cambio social. Sin embargo, hoy en día convertimos en diversión la degeneración de las relaciones sociales de los demás. Quizá es una maniobra inconsciente para no tener que plantearnos si nuestra propia vida es una vida digna de ser vivida.

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