Txoli Mateos
Txoli Mateos
Soziologoa

Puertas al campo

Es evidente que el futuro es digital y la cuestión no es luchar contra esa realidad, sino aprender a utilizarla para beneficiarnos de ella

Una persona tiene derecho a no usar teléfono móvil. Puede ser decisión de alguien que está harto del ruido (sensorial y emocional) que nos machaca constantemente y que produce ganas de marcharse al Tibet y unirse a un monasterio budista. ¡Pero lo que no se puede hacer luego es quejarse de vivir aislado! Los boomers somos así de contradictorios.

Es evidente que el futuro es digital y la cuestión no es luchar contra esa realidad, sino aprender a utilizarla para beneficiarnos de ella. El movimiento ecologista debería ser uno de los defensores del buen uso de las nuevas tecnologías. Gracias al teletrabajo o a las reuniones telemáticas, hay menos coches contaminantes en las carreteras y se cortan menos árboles para hacer papel.

La digitalización, se dice, es discriminatoria hacia la gente mayor. Quizá hay que enseñar más a hacer trámites online y no dar por supuesto que por tener cierta edad no se sabe utilizar un ordenador. Otra crítica es que la digitalización destruye puestos de trabajo. A mí eso me recuerda al movimiento ludita de principios del siglo XIX que rompía las máquinas industriales porque sustituían la mano de obra humana. ¡Hasta Marx se quejó de ellos! Y, de hecho, a los recelosos de las nuevas tecnologías se les llama «neoluditas». Y el tercer argumento viene de la mano de gente que no podría trabajar sin la ayuda de estas herramientas. Hace poco oí quejarse, alarmada, a una maestra de que «hemos metido a Google en el aula», como si se nos hubiera colado el enemigo en casa.
 
No quiero frivolizar la discusión sobre el software libre, por ejemplo. Lo que no entiendo es la desconfianza hacia lo tecnológico como principio casi moral. Las habilidades digitales están positivamente relacionadas con el éxito en los estudios, sin ir más lejos. Es más, una sociedad sin acceso a las nuevas tecnologías está condenada a la pobreza: por eso se habla de la «brecha digital» entre países.

No pongamos puertas al campo. Además de inútil, es irracional.

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