Sergio Iglesias
Bilbo
Elkarrizketa
M. Ladrón de Guevara, A. Olaetxea y Coni Duchess
Integrantes de Cápsula

«El rock and roll siempre tiene que molestar un poco al poder y plantear dudas»

‘Phantasmaville’ es el nuevo trabajo de Cápsula. La banda vasco-argentina regresa con un disco en el que, huyendo del oscurantismo de su anterior ‘Bestiarium’, afrontan estos tiempos inciertos llevándonos de viaje a lo largo del mundo a través de diferentes sonoridades.

Cápsula. (Lucía COLOM PORRERO)
Cápsula. (Lucía COLOM PORRERO)

¿Cómo se gesta este nuevo trabajo después de su anterior y oscurísimo disco «Bestiarium»?
Coni Duchess: Aquel era un disco oscuro y premonitorio y, cuando empezamos a preparar el material nuevo, nos salían sonidos más oscuros e industriales. Pero, a medida que íbamos por ese camino, e iban sucediendo las cosas a nuestro alrededor,  decidimos que queríamos cambiar totalmente la energía del disco e irnos a otro lado completamente diferente. A partir de ahí, nos empezamos a centrar en sonidos que no habíamos utilizado anteriormente y planteamos el disco como una especie de viaje desde el Pacífico hacia América. Cuando estuvimos de gira por Asia, antes de todo esto, estuvimos escuchando mucha música surf tropical y Martín se trajo una guitarra que aporta  ese sonido especial a todo el trabajo.

Martín Ladrón de Guevara: Nuestro abanico sonoro es muy amplio y la forma de unificar todo eso para que tuviera coherencia era utilizar los agujeros en el tiempo para pasar de estar en la costa oeste tocando una melodía muy psicodélica, a un Birmingham lluvioso donde suena Black Sabbath en una fundición… vas pasando por un viaje sonoro que, pese a ser once canciones, se hace corto. El gran acierto es cómo fueron ordenadas las canciones para que sea fácil ir pasando por distintos ambientes, pero sin cambios violentos.

A pesar de esos cambios, todo sigue sonando a Cápsula. ¿Cómo se llega a tener esa identidad propia tan marcada que, por otro lado, creo que es lo mejor que se puede decir de una banda?
M.L.G.: Es difícil explicarlo, pero creo que tiene mucho que ver con los 13 discos y los 23 años que llevamos como banda, que nos han hecho ir por distintas búsquedas hasta encontrar ese sonido propio. En un mundo donde todo está tan robotizado, todo se repite muchísimo, y parece que estás escuchando la misma canción indefinidamente. Además, la industria parece no querer alejarse de eso y, si encuentra una fórmula que funcione, hará ‘Despacito’ 700 millones de veces. Nosotros, como no tenemos miedo a dar cabida a nuestras carencias, en vez de disimularlo, lo que vamos a hacer es exagerarlo, y de ahí puede venir ese sello personal.

Supongo que también influye la absoluta libertad con la que trabajan, haciendo las cosas a su ritmo y en su propio estudio de grabación…
M.L.G.: Por supuesto, hay muchos artistas que están super condicionados por lo que dicta la industria, pero a nosotros los que nos interesan son los que perduran en el tiempo más allá de las modas…

C.D.: Lo que escuchamos nosotros son artistas que lanzaron anclas en el tiempo que van clavándose a lo largo de los años. Nuestro objetivo al hacer discos es no tener miedo a probar cosas y recoger ese espíritu de que lo que hagamos perdure en el tiempo y que ojalá alguien, dentro de 50 años, lo recoja.

Álvaro, usted ha sido una de las grandes novedades del disco, incorporándose a la batería, después de haber trabajado juntos en directo. ¿Cómo ha vivido todo esto?
Álvaro Olaetxea: Todo genial, la verdad. Yo tenía muchas ganas de hacer cosas diferentes después de terminar con Enkore. Y, desde el principio, vimos que había buen feeling y nos entendíamos bien musicalmente, me insuflaron mucha energía y espero que yo también les haya aportado otra manera de enfocar ciertas cosas…

M.C.: El sonido de la batería el 98% tiene que ver con la pegada y el gusto musical del baterista y, en el caso de Álvaro, fue todo así [chasquea los dedos]… es un tipo que entiende la canción a la primera, y tiene el don innato de aportar lo que el tema necesita. Más allá de lo musical, en lo que coincidimos plenamente es en nuestra filosofía de vida, porque tenemos claro que lo que queremos es hacer música y ganarnos la vida con ello, girar, conocer mundo y que la gente sea feliz con lo que hacemos.

Centrándonos en las letras, en algunas como ‘Melting down’ o ‘All my friends’ se nota cierto pesimismo, que no sé si tiene que ver con todo lo que estamos pasando…
M.L.G.: Las letras que son más distópicas y terribles tienen que ver conmigo, por una cuestión de mi lóbulo frontal [risas]; pese al optimismo que tengo y mi confianza plena en el destino de  la humanidad, no sé por qué resalto en las letras cosas que tienen que ver con el miedo a lo que nos ataca… lo hablaré con mi psiquiatra [risas]. De todas formas, siempre suelo dar alguna solución que, normalmente, es ¡¡Rock and roll!!

C.D.: Yo encaro las letras más como historietas visuales, uso toda la cultura pop del comic, construyo frases como si fueran viñetas. Lo que te permite esa narrativa es poder contar, de otra manera, temáticas que pueden ser más duras, sin que parezca tan terrible.

‘Into the sun’ es el ejemplo perfecto de esos contrastes de la banda: una letra oscura pero sonidos luminosos…
M.L.G.: ¡Es que somos unos frikis! [risas]. En el colegio éramos los tipos raros que íbamos con chaquetas negras largas y siempre con discos debajo del brazo y nos gustaba caminar solos y escuchar música y eso estará siempre ahí. Al final, todo está cambiando vertiginosamente, pero es lo que nos toca vivir y tenemos armas para enfrentarnos a ellos que son las guitarras.

Como bien dicen en ‘(Don´t be afraid and play) Rock and roll’, una especie de contrapunto a todo ese hastío en el que llevamos viviendo casi dos años, ¿no?
C.D.: Sí, ese tema está como en dos partes: la primera parte que es el ‘no pienses’, ‘repite mensajes’… y, cuando te has dado cuenta, ya eres un esclavo. Es como cuando en otras generaciones te mandaban a la guerra, algo que conecta con la esencia del espíritu del rock and roll que surgió en los 60 para rebelarse ante todo eso y que sale en la segunda parte de la canción. Al final, eso es el rock and roll: molestar un poco al poder y plantear dudas y cuestiones.

¿Y qué me pueden contar del espíritu de su paisano Moris, que deambula a lo largo del disco?
M.L.G.: Ahí sale nuestra parte argentina y tanguera. Él era un observador de lo que pasa en la ciudad. Así que, usando pocas palabras, pero contundentes, y de una manera muy cinematográfica, decidimos coger esta visión de Moris de sentarnos en la vereda o en el parque y tomar notas, pero en una situación muy rara en que no había nada, todo se había convertido en una ciudad fantasma donde solo bailaban los fantasmas como espectros que salían como hologramas, porque la única realidad que había era la que veíamos a través de las pantallas y esos espectros eran los que nos contaban todo lo que pasaba.

Como es habitual, han cuidado todos los detalles del disco, más allá de lo estrictamente musical, como la presentación, el diseño…
C.D.: Sí. Esta vez hemos trabajado con Oskar Benas, amigo músico, ilustrador y que también tiene una visión muy particular del universo creativo. Desde el primer momento, entendió perfectamente el concepto y lo que queríamos transmitir porque, como fanáticos de los vinilos que somos, damos mucha importancia a todo eso.

M.L.G.: Para conseguir algo perdurable hay que trabajar mucho y este disco ha tenido toda esa maduración y ese trabajo detrás, que finaliza con una portada que tenga que ver con ello. Para nosotros, cada disco es como un directo, lo tomamos como si fuera el último y por eso ponemos todo el amor y la intensidad que se pueda poner. También es una forma de devolver a nuestros fans el cariño que recibimos de ellos: ofrecerles la oportunidad de coger el vinilo, tomarse su tiempo, ir leyendo las letras, ver las fotos interiores…

Para terminar, supongo que estarán como locos por salir a presentar en directo estos nuevos temas…
C.D.: Nuestra vida se basa en viajar y estar con la gente y, por eso, estamos encantados de empezar de nuevo.

M.L.G.: Los conciertos son la excusa para volver a ver a nuestra gente, saber cómo están después de tanto tiempo y volver a compartir lo que más queremos, que es el rock and roll, lo único en la vida que nos hace sentimos parte de algo.