Kepa Arbizu

Completando el puzle de Neil Young

Hasta tres discos han visto la luz en estos últimos meses entorno a la figura del canadiense, sirviendo tanto para ofrecer nuevos capítulos de una carrera que parece no tener fin como para descubrir antiguas grabaciones.

Neil Young en el Velódromo de Anoeta, en 2009.
Neil Young en el Velódromo de Anoeta, en 2009. (Jon URBE | FOKU)

En esa aspiración por conquistar la eternidad artística, músicos de longeva y laureada trayectoria han optado por compaginar su actividad presente con el hecho de alumbrar los tesoros que dormían en sus sótanos.

Decisión que tiene su mejor exponente en Bob Dylan, capaz de entregar sobresalientes trabajos actuales como de ofrecer en los últimos años, a través de su serie de ‘Bootlegs’, un material inédito de caudaloso talento.

Una dinámica, sin conquistar esos resultados tan despampanantes, a la que también se ha sumado Neil Young, intercalando viejas grabaciones, en mayor o menor medida escondidas hasta la fecha, o cuanto menos sin llegar a ser publicadas de manera oficial,  y el fruto obtenido de sus contemporáneos impulsos compositivos. Una doble vertiente que le ha llevado a editar recientemente hasta tres discos casi sin solución de continuidad.

Como si de revivir aquella formulación clásica de Crosby, Stills, Nash & Young se tratase, en su nuevo trabajo, ‘All Roads Lead Home’, son Molina, Talbot y Lofgren quienes anteceden a su nombre, integrantes de los rugientes Crazy Horse que sin embargo aquí no actúan de forma colectiva como relincho eléctrico sino de manera individualizada.

En ‘All Roads Lead Home’, Molina, Talbot y Lofgren, integrantes de los rugientes Crazy Horse, actúan como relincho eléctrico de manera individualizada

Y es que precisamente esa es la naturaleza que ostenta el álbum: canciones realizadas por cada uno de ellos al albur de las restricciones pandémicas y bajo la compañía de quienes las posibilidades de movimientos les permitían. De hecho la aportación más exigua recae en el propio Neil Young, de la mano eso sí de una –todavía más– desnuda y emocionante revisión de ‘Song Of the Seasons’, perteneciente a ‘Burn’ (2021).

El resto de pistas, hasta nueve, distribuidas de forma alícuota entre los demás firmantes, no consiguen evitar, pese a su intento por absorber ciertos elementos identificativos, derivar en una etérea dispersión, especialmente visible en piezas como ‘Look Through The Eyes Of Your Heart’, obra de Ralph Molina y dotada de una contundente estructura que tiende a desvanecerse.

Como excepción a esas carencias cabe destacar la triada entregada por Nils Lofgren, más versado en unas lides compositivas de las que dan buena, y variada, cuenta ‘You Will Never Know’, ‘Fill My Cup’ y ‘Go With Me’.

Imagen de archivo de Neil Young.

La sombra de Neil Young es alargada Si existe un disco que, más allá de su potencial artístico, ha sido significativo en la carrera de Neil Young es ‘Tonight’s the Night’, convertido por méritos propios en un sobrecogedor retrato de un momento especialmente turbulento. De ahí que la publicación de ‘Somewhere Under the Rainbow’, grabado en el Rainbow Theatre de Londres en 1973 y que recoge una de esas actuaciones en las que fogueaban dicho repertorio previo a su edición, debe ser ponderado sobre todo en cuanto a su valor histórico más que como disfrute musical, no por supuesto debido a la calidad de sus temas, sino por una reproducción técnica deficiente, dado el origen totalmente amateur de la grabación, que sin embargo no impide que se nos erice la piel al imaginarnos frente ese escenario dominado por una banda, bautizada como The Santa Monica Flyers, inyectada de un escarpado lamento. Una edición que se completa con una segunda parte dedicada a temas de épocas pasadas y donde podremos encontrar una ‘Cowgirl In The Sand’ blandida con crudeza o la austera interpretación de la siempre emocionante ‘Helpless’.

Mucho más atractivo, a todos los niveles, resulta ‘High Flyin’, fechado en 1977 y firmado por The Ducks, una efímera formación, de imprevisibles apariciones, en la que Young aportaba principalmente su guitarra –ya por entonces capacitada para entonar su chirrido universal y emocionante– que hacía de aliada de Johnny Craviotto y de los principales factótums del proyecto: Bob Mosley, miembro de Moby Grape, y Jeff Blackburn.

Los tres episodios formados por sendos discos tienen precisamente el valor de ejercer como capítulos que completan y extienden el perfil de la figura de Neil Young

Una aleación de talentos dictada por una diletante pasión que les dirige, con paso firme y desprejuiciado, por variados escenarios estilísticos que bajo una fornida interpretación consiguen desenvolverse con impetuoso dinamismo. El hecho de incorporar canciones míticas del canadiense, y realizarlas de manera vitalista y desenfrenada, logra que la pegadiza ‘Are You Ready for the Country?’, el bucólico ambiente preciosista de ‘Little Wing’ o incluso la furibunda majestuosidad de la que hace gala “Mr. Soul” se alcen como momentos estelares de un listado  que por otro lado en ningún momento decae en su interés.

Los tres episodios formados por sendos discos tienen precisamente el valor, al margen por supuesto de las muchas bondades musicales esparcidos en ellos, de ejercer como capítulos que completan y extienden el perfil de la figura de Neil Young. Porque una personalidad artística como la del canadiense también se construye a través de pequeños detalles, que quizás no sean relevantes por separado pero sí que, como si de un puzle se tratara, nos ayudan a desentrañar con más profusión el verdadero significado de esa indeleble huella sonora que, a veces encolerizada y otras delicada, nunca ha dejado de balancearse entre diferentes generaciones.