Nora Franco Madariaga
Elkarrizketa
Raquel Andueza
Soprano

«Somos ‘amateurs’; ‘amadores’ de la música y de nuestro trabajo»

La soprano navarra Raquel Andueza actúa este viernes dentro de la Quincena Musical. En su nuevo proyecto de La Galanía, recupera canciones italianas del siglo XVII, una docena de piezas inéditas que ven la luz por primera vez tras un largo e intenso trabajo de investigación y recuperación.

La soprano navarra Raquel Andueza.
La soprano navarra Raquel Andueza. (QUINCENA MUSICAL)

Este viernes participa en el ciclo de Música Antigua de la Quincena Musical Raquel Andueza y la Galanía, con un nuevo proyecto que recupera canciones italianas del siglo XVII que estuvieron, por así decirlo, de moda en el Estado francés. Acompañada de su inseparable Jesús Fernández Baena a la tiorba, Pablo Prieto al violín y Manuel Vilas con el arpa doppia, Raquel Andueza interpretará una docena de piezas inéditas que ven la luz por primera vez tras un largo e intenso trabajo de investigación y recuperación.

En el concierto de Quincena vamos a escuchar un programa titulado ‘Seguace d’amore’. ¿Es un nuevo trabajo?

Completamente. Es un proyecto maravilloso que teníamos en barbecho porque, a veces, con las agendas tan apretadas, no encuentras el momento de ponerlo en marcha. Para montar un programa nuevo hace falta más tiempo, más ensayos y, al estar liados con otros proyectos es complicado, no encontrábamos la fórmula. Así que cuando Patrick Alfaya –director artístico de la Quincena Musical– nos llamó y nos dio vía libre para elegir un repertorio decidimos que esta era la ocasión. 

¿Y qué tiene de especial este programa? ¿Qué nos vamos a encontrar?

Se trata de una colección de canciones de un manuscrito francés que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia pero que contiene música italiana. De hecho, solo aparece una canción de un compositor francés, Lully, pero que curiosamente también está en italiano. Hemos elegido este título ‘Seguace d’amore’ –que quiere decir algo así como ‘perseguidor de amor’ o ‘cazador de amor’– por una pieza de Mario Savioni, que fue un compositor muy conocido de la época, autor de numerosas cantatas y que luego cayó en el olvido, para rendirle un pequeño tributo.

Además, Savioni trabajó con Luigi Rossi, que sí estuvo en Francia, por lo que es muy probable que fuera él quien llevase algunas de las obras que se conservan en esta colección. Así que se trata de canciones de compositores italianos que pasaron por Francia –como Francesco Corbetta, de quien interpretamos otra obra– o de compañeros suyos que pasaron por Francia y que seguramente eran canciones conocidas o extractos de obras conocidas, es decir, una especie de ‘grandes éxitos’, que conforman un repertorio preciosísimo.

Cada trabajo, cada uno de los repertorios preparados para un concierto o un disco es un proyecto con un laborioso trabajo de preparación. ¿Cómo nace la idea? ¿Cómo se aborda un proyecto de este tipo?

Jesús Fernández Baena, que es el otro 50% de La Galanía, es mucho más académico que yo y es el que siempre anda investigando y encuentra los tesoros escondidos. Él es el que decide si hay que ir a Roma a buscar unas partituras o a Viena a investigar en una biblioteca… En definitiva, él es el que pone el engranaje en marcha, recopila un montón de música y luego yo soy la que decide qué canciones son adecuadas y cuáles no para el proyecto.

«Jesús Fernández Baena es el que investiga y encuentra los tesoros escondidos, él decide si hay que ir a Roma a buscar partituras o a Viena a investigar en una biblioteca…»

Obviamente, buscar repertorio inédito del siglo XVII no es tan sencillo como hacer una búsqueda en Google o Spotify.

Así es. El trabajo más arduo recae sobre él, es quien investiga, recopila, transcribe… Y cuando algo le llama la atención por infrecuente, como es el caso de este manuscrito francés con música italiana, nos ponemos a trabajar.

Es verdad que hoy en día hay mucho catálogo digitalizado, con lo cual es mucho más sencillo, nos facilita mucho el trabajo, porque al principio de la andadura de La Galanía había que ir a la Biblioteca Vaticana con tu papel pautado o tu ordenador para copiar la música, que también tiene su encanto, pero es un trabajo que requiere una cantidad de tiempo y de recursos increíble. Lamentablemente, al final todo es cuestión de dinero.

Cada proyecto nos cuesta, como poco, un año o año y medio de trabajo de investigación, un trabajo que no está pagado. Somos ‘amateurs’ en el sentido literal de la palabra: somos ‘amadores’ de la música y de nuestro trabajo.

Raquel Andueza. (QUINCENA MUSICAL)

De todas esas obras recopiladas, ¿cuántas se quedan en el descarte?

Son muchísimas las obras que investigamos, estudiamos y trabajamos y luego las que aparecen en el concierto o en el disco son una mínima parte. Las demás se van quedando ahí apiladas, y después para otros proyectos vas sacando una de aquí y otra de allá. En este caso no, porque era música de un libro muy concreto pero, para otros trabajos, vamos incluyendo canciones nuevas, añadiendo repertorio sobre la marcha, y poco a poco, tenemos material suficiente como para un proyecto nuevo y casi no te has dado cuenta de cómo lo has hecho.

Además, amamos cada uno de nuestros trabajos y nos encanta volver sobre ellos y que nos los sigan pidiendo, aunque ya llevemos haciéndolos 10 años como es el caso de ‘Yo soy la locura’, pero hay música más allá e ir añadiendo pequeñas piezas nos ayuda a ampliar y refrescar el repertorio.

¿Cómo se consigue una interpretación historicista de estas obras, sin apenas indicaciones escritas y ningún registro que muestre cómo se interpretaban?

Nos basamos en unos libros de ‘performance practice’, tratados de la época que cuentan un poco cómo se cantaba, cómo se tocaba, cómo se interpretaba, pero yo estoy convencida de que suena muy diferente. En concreto, tengo la convicción personal de que los tempi rápidos no eran tan rápidos como los hacemos ahora. La vida ahora es mucho más trepidante, va todo mucho más deprisa, y lo hemos trasladado también a la música.

«Ahora prima el espectáculo, todo tiene que ser con fuegos de artificio para que guste, y es difícil mantener un equilibrio entre lo que quieres hacer y lo que espera el público»

Y en cuanto a la manera de cantar, cuando lees tratados de voz hablan siempre de la voce di gola, la voz de garganta, y también hablan de un concepto que se llama ‘sprezzatura’ y que consiste en no gesticular, en poner siempre cara de que aquí no pasa nada aunque estés haciendo una coloratura dificilísima, pero ahora estamos en una época en la que prima el espectáculo, que todo tiene que ser con fuegos de artificio para que guste, y esto hace que a veces sea difícil mantener un equilibrio entre lo que crees que era, lo que quieres hacer y lo que espera el público de hoy.

Lo malo es que al final te acostumbras a hacer un poco lo que quieres y luego llega otra soprano y hace lo mismo pero de una forma muy diferente. En el fondo, ahí radica la belleza de este tipo de interpretación, tan subjetiva, pero en realidad no tenemos ni idea de cómo sonaría. Tenemos los libros, tenemos copias de instrumentos… pero muchas veces me pregunto qué pensaría Claudio Monteverdi de lo que estamos haciendo. ¿Le gustaría? Me encantaría tener una máquina del tiempo y presentarme en el estreno del ‘Orfeo’, o ‘de Las cuatro estaciones’, y ver cómo sonaban.

Totalmente dedicada a un período musical muy concreto, ¿no siente usted a veces la tentación de ‘engañar’ a la Música Antigua con otros estilos?

¡Absolutamente! De hecho, cada año intento hacer proyectos distintos, es decir, hago incursiones en la música contemporánea e intento irme un poco del repertorio habitual porque creo que es bueno para la salud mental y vocal. Y en casa canto mucho bel canto, hay que ejercitarse. Además, teniendo una voz ligera y clara que se adapta bien a un repertorio concreto, al final te encasillas tú y te encasillan los demás. ¿Pero cómo que una voz sirve para esto y no sirve para lo otro?

Al final todos tenemos una voz, que usamos para hablar, para cantar, para reír, y lo que tenemos que hacer es respetar nuestro instrumento, sin miedo a cambiar de estilo, y no intentar cambiar de voz cuando cantamos una u otra cosa.

El último disco, ‘El baile perdido’, es de 2019, ya tiene varios años. ¿Hay ideas para un nuevo trabajo?

Este proyecto que presentamos en Quincena, ‘Seguace d’amore’, puede ser un gran candidato a ser grabado, pero quiero ver primero qué tal lo acoge el público, porque a mí me encanta, pero aún no sabemos qué tal va a funcionar. Y tenemos también un proyecto de nanas del siglo XVII, que nos ha llevado cuatro o cinco años de investigación, y que también está ya a punto de ver la luz.