Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

«Aquí me voy a tatuar unos huevos con txistorra»

San Fermín tiene devotos que dejan escrito en la piel lo que les gustan las fiestas. Unos optan por el santo, otros por el vallado, los adoquines o el pañuelo. Muchos toros también. Y sí, hay quien se tatúa el almuerzo. Lo especial es que son tatuajes únicos, autóctonos, propios de Iruñea. 

Carmelo Buttini muestra el lugar donde prevé hacerse el siguiente tatuaje.
Carmelo Buttini muestra el lugar donde prevé hacerse el siguiente tatuaje. (Idoia ZABALETA | FOKU)

«Aquí me voy a tatuar unos huevos con txistorra», avisa Carmelo Buttini. Los sanfermines son la gran pasión de este vendedor de periódicos de Estafeta. Una silueta de San Fermín en cuyo fondo aparecen el vallado y el adoquinado del encierro cubre el deltoides de su hombro izquierdo. Y un poco por debajo de la figura, le circundan el bíceps los trazos rojos y negros de un pañuelo.

Los huevos y la txistorra, pareja protagonista del almuerzo del día 6 de julio (y de los siguientes), pronto se acomodarán en su antebrazo. Los huevos ya tienen tatuados a sus comensales: un par de calaveras con pañuelo rojo que están pimplando sidra. A su lado, Buttini avanza también que tiene previsto grabarse sobre la piel «el cohete».

A la tienda de periódicos de los hermanos Buttini se la reconoce fácil. Es un comercio con letrero en madera que indica el año de su apertura: 1943. Junto a él, Carmelo colocó un letrero luminoso con la cuenta atrás en días, minutos y segundos para el siguiente txupinazo.

Zama, de Castle Tattoo, trazando la silueta de San Fermín el jueves pasado. (Jagoba MANTEROLA I FOKU)

Bueno, pues justo en el portal de al lado, en el número 34, se encuentra Elektra Tattoo, el estudio que le está decorando a plazos el brazo.

Los tatuajes con temática sanferminera son exclusivos y distintivos de Iruñea. Probablemente no se hacen en ninguna otra parte. Y, aunque los hay bien bizarros, son bastante más populares que lo que, en principio, a un foráneo le puede parecer. Algunos se han estilizado tanto que parecen joyas y no es complicado verlos en tobillos y muñecas.

Es difícil, sin embargo, tatuarse a San Fermín en sanfermines. Estos días, la mayoría de locales de referencia del centro bajan la persiana.

Es entendible. Los estudios viven sobre todo de cuidar un estilo propio y de diferenciarse del resto. Les gusta el tatuaje grande, cuidado, especial, el que llama la atención y despierta interés por saber dónde se hizo.

Y así, gracias al boca a boca, ir ganándose una clientela en una ciudad, para este arte, un tanto pequeña.

Tatuar a gente ebria conlleva dificultades. Hay que estar seguro de que aguantarán el dolor y un tatuaje no deja de ser una herida que debe sanar bien después. Esto implica limitaciones a las que alguien hasta las cejas de cubatas quizá no sea receptivo.

Variante de San Fermín de Elektra Tattoo. (Elektra Tattoo)

«Es bastante típico que nos pidan tatuarse elementos sanfermineros en invierno, por navidades. Te diría que es un tatuaje bastante familiar. Padres, madres e hijos se tatúan lo mismo porque su nexo en común es lo que les gustan las fiestas. Lo que más hacemos son santos pequeñitos en trazo fino, como dibujados sin levantar el lápiz del papel», asegura Edurne Tabernero, recepcionista de Elektra.

«Hay dos perfiles muy definidos que piden tatuajes sanfermineros. Los que son de aquí y se sienten muy de aquí, que optan por sanfermines pequeños y lineales o pañuelos rojos. El otro perfil es el extranjero que busca más el toro, el siete, o la fecha de los sanfermines en los que ha venido», comenta Lorenzo González, tatuador de este estudio.

Los gigantes de la Comparsa son imágenes que, según comentan los distintos estudios de tatuajes de Alde Zaharra, rara vez acaban sobre la piel. Quizás por el desfase entre la edad a la que los gigantes lo son todo y la edad en la que ya es libre para tatuarse.

 

El gran San Fermín que tatuó Mikel Edorta. (Aizora Tattoo)

«Lo más grande que he hecho fue un San Fermín que cubría todo el pecho. Dibujado, pero casi como si fuera una fotografía», comenta Mikel Edorta, de Aizkora Tattoo.

«Recuerdo haber tatuado una escena grande sobre el encierro, con el vallado, pero es más común que el encargo sea pequeño, minimalista. Pañuelos también he hecho muchos y algún escudo de peña. A Caravinagre lo habré tatuado un par de veces o tres», prosigue.

«Como estamos tan cerca de la Plaza de Toros, recibimos muchos encargos de esa temática. Si abriéramos en sanfermines, supongo que no pararíamos de tatuar toros, pero supongo que no compensa», dice David Mendive, de Tai Tattoo, en la cuesta del Labrit.

Diseño de un toro de Tai Tattoo, en la Cuesta de Labrit. (Tai Tattoo)

«Diría que la gente que pasa a tatuarse algo de San Fermín tiene una media de edad un poco más alta. Muchos son corredores. Los tatuajes más grandes de San Fermín que han salido de aquí han sido para gente muy forofa de los sanfermines y de mediana edad», precisa Mendive. «Quizás tenga que ver con el tatuaje que hacemos aquí, tradicional, de trazo muy grueso, como de marinero».

Trabajando a fuego en sanfermines

Antes hemos dicho que es complicado tatuarse en un buen estudio durante los sanfermines, pero no imposible. Castle Tattoo, por primera vez, se ha animado a abrir y que Dios reparta suerte. «Estamos haciendo de todo estas fiestas. Hay unos tíos que ya han venido tres veces. Primero se hicieron la frase ‘No hay huevos’», comenta Zama, tatuador de Castle.

Una sanferminera que se ha animado a tatuarse un toro en Castle Tattoo. (Jagoba MANTEROLA I FOKU)

«También han venido unos ‘xelebres’ de Donostia. Decían que querían unas raquetas y les hemos explicado que no, que eran batidores de nata. Les ha dado igual. Se han ido de aquí con sus raquetas», afirma el tatuador de Castle.

Entre peticiones de aguacates y dinosaurios, los diseños sanfermineros se han ido abriendo paso en Castle Tattoo. «Ni sé los cuernos que estamos poniendo», bromea el artista.

Un americano se ha tatuado corriendo el encierro con botas de cowboy y otro ha cubierto su hombro con un gran toro, las letras IRUÑA con una faja roja formando la virgulilla de la «ñ». Abajo, tres pezuñas indicando los tres encierros en los que corrió. Los tatuajes sanfermineros son una de las especialidades de Castle todo el año.

Uno de los diseños sanfemineros más reconocibles de Zama. (Castle Tattoo)

Es el único estudio que asegura tatuar gigantes con cierta frecuencia. Como propuesta en el escaparate tiene siluetas de rostros de todos los gigantes y comentan que, en una ocasión, un cliente se tatuó los ocho gigantes a lo largo del antebrazo.

Un San Fermín con rostro de calavera, punky, gamberro, con trazos gruesos y negros constituye, por otra parte, uno de sus diseños más icónicos.

Zama relata una historia de amor a modo de cierre. Una pareja entró en el estudio y le contaron que se habían conocido unos sanfermines y se habían casado un 6 de julio. El pasado txupinazo se tatuaron, cada uno, la inicial del otro.