La vida es un poco como la carrera de los Iron Maiden; 50 años este 25D
La banda inglesa cumple este 25 de diciembre 50 años de su fundación: repasando su larguísima discografía (re)descubrimos algunas de sus obras maestras, cada una con un significado diferente.

Cuando naces el día de Navidad, algo especial tendrás. Así ocurrió hace 50 años, el 25 de diciembre de 1975, cuando se fundó una de las bandas musicales más queridas y reconocibles en el mundo, incluida Euskal Herria: los Iron Maiden.
El bajista Steve Harris, cuyo verdadero sueño era jugar en el equipo de fútbol de su corazón, el West Ham de Londres, formó un grupo destinado a reescribir la historia del rock duro. Desde entonces, 17 discos con temas inéditos, 13 de grabaciones en vivo y 7 recopilaciones de las mejores piezas. Una contribución enorme para una banda igual de gigantesca.
Estos ingleses han sido un grupo clave no solamente a nivel artístico sino también como vendedores de sí mismos, gracias a una inteligente estrategia de marketing y de fidelización de sus aficionados: giras, conciertos y productos colaterales empujados por la creación de una especie de miembro extra de la banda, el muñeco Eddie que aparece en todas las portadas.
Es cierto que su público está formado en la gran mayoría por ‘viejos perros rockeros’, aunque sean jóvenes de edad y de ambos sexos. En cualquier caso, el legado que ha dejado esta banda es realmente enorme y no hay aspecto de la vida que no haya sido tocado, directa o indirectamente, por sus canciones.
De manera entonces un poco viejoperrista, escogemos unos momentos típicos de la vida para relacionarlos con una pieza entre las casi 200 creadas por los Iron Maiden.
La juventud punk: ‘Phantom of the Opera’
A pesar de ser los reconocidos jefes de fila del metal británico (NWOBHM, más precisamente: ‘New Wave Of English Heavy Metal’), los Iron Maiden nacieron en una época donde todavía existía una gran influencia del punk, un género además formado en la propia Inglaterra gracias a grupos como, por ejemplo, los Sex Pistols.
Escuchar el primer disco de los Iron es una experiencia que extraña bastante si se ‘llega desde el futuro’; es decir, si se empieza a escucharles desde sus obras maestras realmente heavy. En primer lugar había otro cantante, Paul Di'Anno (recién fallecido), con una voz mucho más dura y seca que la del histórico intérprete, Bruce Dickinson. Y luego, las canciones son una valiente mezcla entre rock progresivo, punk auténticos, ritmos más acelerados, temas oscuros y evidente habilidad instrumental.
A todo esto se percibe durante todo el álbum una especie de rudeza de fondo, no grosera pero casi, como si se hubiera grabado todo dentro de un garaje o de una lonja húmeda llena de otros objetos ajenos a la música. Se puede hasta respirar, quizás, el olor del cuero de los brazaletes que estaban muy de modo por aquel entonces, o directamente de cerveza.
‘Iron Maiden’, de 1980, el primer disco homónimo de la banda, fue la manera perfecta para que la larva se convirtiera en mariposa. Y ‘Phantom of the Opera’ probablemente la pieza más destacada de este debut.
La toma de posición política: ‘Run to the hills’
Ojo, los Iron Maiden nunca han compuesto canciones realmente políticas. No encontramos en su discografía manifiestos a lo ‘Imagine’ de John Lennon o ambientaciones a lo Ken Loach, para comparar con otros ingleses famosos. Han recordado episodios históricos del pasado, eso sí: en ‘The trooper’ emerge el bando inglés en la guerra de Crimea del siglo XIX, o el discurso de Winston Churchill que abre ‘Aces High’ y el disco ‘Powerslave’.
En cuanto a tomas de posición, si queremos encontrar una, la banda de Bruce Dickinson y compañía ha ido siempre bastante en contra de todos los conflictos, por ejemplo en una obra maestra un poco escondida en la historia de los Iron Maiden, ‘Two minutes to midnight’, ’Dos minutos para la medianoche’, donde el ‘Midnight’ no es solamente un horario sino también el símbolo del abismo.
‘Justice of the peace’, del mediocre album ‘The X-Factor’, la podemos considerar otra pieza casi pacifista. De todas formas entre los hits de los Iron Maiden no cabe duda de que en el enorme disco ‘The number of the beast’ una de las cumbres artísticas del grupo es ‘Run to the hills’, un crescendo rimado que empieza con los versos ‘One man came across the sea, he brought us pain and misery’, ‘Un hombre se vino cruzando el mar y nos trajo dolor y miseria’. Habla desde el punto de vista de los nativos americanos antes de la colonización europea.
La soledad ante el mundo: ‘Fear of the dark’
A los Iron les debo mucho, porque el primer concierto donde he estado en toda mi vida fue suyo: setiembre de 1999, 40.000 liras la entrada (22 euros, menudo chollo si fuera hoy) y mi cuadrilla de amigos toda enchufada porque aquella era la gira mundial de los IM para acoger de nuevo a su cantante Bruce Dickinson, que anteriormente se había marchado en busca de gloria personal.
Me apunté al evento sin conocer demasiado del grupo inglés, un miércoles cualquiera, y a tomar por saco el cansancio del día siguiente en la escuela, que además acababa de empezar. Me acuerdo como si fuera ayer, en primer lugar el pedazo de batería grande como una habitación que tocaba Nico McBrain, y sobre todo el momento ‘Fear of the dark’, cuando de repente los ritmos irrefrenables se pararon y las luces se apagaron para dejar solo a Bruce Dickinson con el público.
‘I am the man who walks alone...’, ‘Soy el hombre que camina solo’, empezó, aunque sinceramente la primera parte de la pieza la cantaron los 15.000 espectadores del Forum de Assago, el pabellón donde normalmente jugaba (hoy también) el Olimpia Milano de baloncesto. Sobre todo después de aquel ‘You’ pronunciado por Dickinson en el micrófono desde el escenario, invitándonos a sustituirle.
Era la primera vez que asistía a una conexión tan fuerte entre unos artistas y su público: los mecheros encendidos, todos cantando el estribillo de la primera parte de la pieza, cuando el ritmo pasa de ser íntimo al acelerón en puro estilo Iron Maiden. No existía Internet, pero yo quería saber lo que había dicho esa canción. La verdad es que el texto no es nada del otro mundo, hablaba del sentirse solo y agobiado cuando ocurre algo desconocido, pero su éxito estaba sin duda en la sencillez.
El momento de estudiar: ‘Rime of the ancient mariner’
Aquel día finalmente tenía que llegar, durante mi quinto y último año de instituto: Anna, la joven profesora (interina) de literatura inglesa, para explicar a los poetas románticos se sacó de la chistera ni más ni menos que a la canción más larga por aquel entonces en la discografía de los Iron, ‘Rime of the ancient mariner’.
Las caras de mis compañeros estudiantes eran bastante alucinadas, mientras yo por contra sonreía con disimulo, porque ya conocía aquella canción: tras aquel primer concierto me había lanzado a comprar sus cassettes para luego escucharlos en el walkman (vaya prehistoria...).
El caso es que la profe puso el disco, ‘Powerslave’, la reconocida madurez del grupo, hasta llegar a la última pieza. Son casi 14 minutos donde los Iron desencadenan todas sus cualidades, los cambios de ritmo e incluso las pausas, para transformar en música uno de los grandes clásicos de la literatura británica.
El texto no sigue de manera literal lo de la obra maestra del poeta romántico Samuel Taylor Coleridge; sería casi imposible teniendo 625 versos... Sin embargo es un resumen fiable de una historia, la del ‘antiguo marinero‘ acusado de haber traído un maleficio en un barco después de haber matado un albatros, algo que se presta mucho a música épica como es la de la banda inglesa.
‘Rime of the ancient mariner’ es como si tuviera como tres canciones en una, todas con sus imagenes espantosas y espectaculares, una verdadera suite al estilo lírico, pero con guitarra, bajo, batería y la indiscutible potencia de la voz de Bruce Dickinson. Honor y mérito a la profesora que nos acercó de esta forma a dos piezas fundamentales de la cultura inglesa.
Envejecer es de cobardes: ‘For the greater good of God’
En varias ocasiones los Iron han hablado de Dios en su carrera. Tachados de satanismo cuando publicaron ‘The number of the beast’, algo más jocoso que otra cosa si se analiza en profundidad este impresionante disco, los temas espirituales nunca han fallado en su obra.
Con respecto a otras bandas que han ido perdiendo eficacia a lo largo de los años, los ingleses han sabido mantener un nivel muy alto a pesar de no tener, faltaría más, la energía de su jventud. Después de la vuelta de Bruce Dickinson los Iron Maiden han estrenado seis otros discos con canciones nuevas, ninguno de ellos realmente inolvidable, pero sí con algunas pinceladas notables que reafirman la gran calidad del grupo.
Envejecer bien es la obsesión de todos los artistas y no cabe duda de que hasta ahora a los IM le está yendo maravillosamente. A ver si después de ‘Senjutsu’ de 2021 hay otra ocasión de deleite para nuestros oídos. De momento, desde ‘The book of souls’ de 2015, ‘El libro de las almas’, acabamos con esta reflexión: «Dime, por favor, qué es la vida», es lo que piden los Iron a Dios.

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