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Cornadas sin pisar el encierro

Somos la única especie de la fauna sanferminera que debe estar más atenta fuera del encierro que dentro si no queremos un buen arreón, aunque sea en el bolsillo. 

Un guiri haciendo sus cosas de guiri. (Edu SANZ | EP)

Habrá quien piense que la factura que acompaña estas líneas es desorbitada, pero para los y las guiris acostumbrados a pagar por tirarse desde lo alto de la fuente de la Nabarreria o por entrar a la plaza Consistorial durante el chupinazo, pues, oye, ni tan mal.

Tras haber aprendido que las ofertas hoteleras de «Habitación a apenas una hora del centro de Pamplona» te podían llevar a pasar los sanfermines ¡en Donostia!, hacemos el check-in en pleno centro de la ciudad y nos vestimos con la indumentaria oficial. Pantalón blanco, camiseta con motivo taurino, faja y pañuelo que, por supuesto, nos anudaremos al cuello nada más comprarlo.

A lo largo del día, encontraremos y perderemos complementos varios como pistolas de agua (de sangría, en este caso) o sombreros de todo tipo.

Una vez lanzado el cohete, y con la ayuda de la ya citada sangría, nos veremos inmersos en una nebulosa tal que costará incluso saber qué hora es. ¿A quién le importa eso en fiestas?

Pasaremos la jornada entre cantos, bailes y cubos de agua arrojados desde ventanas para aligerar la tajada. Respetando, como no podía ser de otra manera, a todas aquellas personas que comparten las fiestas con nosotros y a la propia ciudad. Eso también ha habido que aprenderlo. Cuando las tripas rujan, pizza y a seguir. Repetir este paso cuantas veces haga falta.

Cuando se acabe la pila, no seas fiemo e intenta no quedarte dormido en cualquier parque, que para algo has pagado un hotel. Lo importante es llegar, aunque sea a rastras. Descanso, ducha, ropa nueva, encierro, almuerzo y volver a empezar.