2025 ABU. 17 KIROLA El pico máximo óseo y su relación con la actividad física (Getty Images) Unai Jorge Fernández / Salto Training La osteogénesis es el proceso de creación de huesos en el que el cartílago se convierte en hueso. El hueso es un tejido vivo que está continuamente regenerándose. A ello contribuyen diferentes células, como los osteoblastos (producen la matriz ósea y ayudan a la mineralización del hueso), los osteoclastos (reabsorben el hueso dañado, liberando minerales como calcio) o los osteocitos (ayudan a mantener la integridad ósea). Además, existen muchos factores que influyen en la osificación, como pueden ser factores nutricionales como la ingesta de calcio, fósforo, magnesio, vitamina D (luz solar y dieta), entre otros; factores hormonales como por ejemplo la hormona del crecimiento (GH), hormonas tiroideas T3 y T4, estrógenos, progesterona…; factores genéticos, estilo de vida y cantidad y tipo de actividad física (AF). Una persona “sana” adquiere su pico de masa ósea a una edad aproximada de 25 años. A partir de esa edad, esta densidad ósea comienza a disminuir progresivamente, ya que el cuerpo comienza a perder mayor cantidad ósea del que es capaz de regenerar (este proceso se agudiza en la menopausia), apareciendo así problemas como la osteoporosis. Por ello, cuanto mayor sea nuestro pico de masa ósea, menores serán las consecuencias que vayamos sufriendo con el envejecimiento en relación a problemas óseos. Como ya hemos visto, hay muchos factores que interfieren en tener una buena salud ósea, pero analizaremos más en profundidad los relacionados con la A.F. La etapa clave para la prevención de la osteoporosis es la adolescencia, donde el cuerpo se está formando y adaptando a los estímulos a los que le sometemos. Un niño activo que corre, trepa, salta, repta… mayores demandas le exigirá a su organismo, el cual se adaptará a los estímulos que se le presentan y así podrá formar un hueso más fuerte y denso. Se ha demostrado que el entrenamiento de fuerza es idóneo para tener una salud ósea óptima, ya que estimula directamente los osteoblastos mediante las cargas mecánicas a las que nos sometemos. Así, favorece la formación de nuevo tejido óseo, principalmente en las zonas que más estrés mecánico sufren. Por ello, es una opción acertada entrenar la fuerza desde jóvenes para maximizar el pico óseo máximo y prevenir futuras patologías.