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CONSUMO

Balance de fin de año


Nos acercamos a San Silvestre, punto y final del año. Entre emociones, añoranzas y gastos imprevistos, nos disponemos a tirar el último cartucho antes de mirar hacia adelante. Sin embargo, es muy recomendable para despedir bien el año hacer un pequeño balance entre las cosas que no funcionaron y ver la mochila casi llena con lo que nos funcionó: salud, amistades o pequeños logros. Dicen los expertos que la experiencia servirá como ancla emocional de cara al nuevo año.

Para empezar, huyamos de buscar “culpables” a nuestra bulimia consumista porque eso no es productivo. Vamos cargados de números dorsales -tarjetas bancarias, de identidad, sanitarias, etc-, y estamos bien conjuntados con el modelo económico, condenados a tirar de calculadora toda la vida para organizarla, hasta el punto de sentirnos frustrados al no conseguir este o aquel producto o servicio. Ahí estamos con la reflexión: ¿realmente necesitamos comprar para ser razonablemente felices?

Ya sabemos que la medida de la felicidad es subjetiva porque existen factores culturales, momentos vitales, de difícil cuantificación. En cualquier caso, existe la evidencia de que el sentido que le demos a la vida, tener un proyecto vital ilusionante y disponer de tiempo libre para lo importante son factores fundamentales para ser felices.

Quizá este es un buen momento de empezar el año desprendiéndonos del síndrome de Diógenes. Lo tenemos por la manera de acumular objetos a lo largo del año con el trágala de recompensa-frustración continua y, para colmo, la mayoría de cosas se estropean pronto, contaminan y nos endeudan. Es tiempo de autodeterminación, de afianzarnos en nuestra comunidad, haciéndola más sostenible y equilibrada.